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A la mitad de la película, Any terminó durmiendo y ni siquiera vio salir a sus amigos.

Poncho la levantó con cuidado y la llevó a la cama, pero cuando la acostó, Any se despertó.

Any: ¿Se acabó la película?  preguntó soñolienta.

Poncho: Ha pasado un tiempo y el personal también se fue.  - se levantó - voy a darme una ducha, puedes volver a dormir.  Se inclinó besándola en la frente.

Any: de ninguna manera, te estaré esperando aquí mismo.  - Se sentó apoyado en la cama - Y no tarda mucho.

Poncho se rió: Mi pequeño está mandón hoy.  Se alejó al baño.

Any sonrió: vete pronto tonto.  - le tiró una almohada.

Poco tiempo después Poncho volvió a la habitación directo a la cama.

Any: estas cansada amor?  - preguntó ella acariciando su pecho.

Poncho: Yo no, ¿por qué?

Cualquiera: porque yo tampoco lo soy.  Ella sonrió, sentándose en su regazo, con una pierna a cada lado.

Poncho sonrió torcidamente: ¿y tú qué quieres mi chiquita?  Él la agarró por la cintura.

Cualquiera se inclinó: te quiero.  le susurró al oído.

Poncho sintió estremecerse todo su cuerpo, no podía dejar de desearla ni por un minuto.

Tomó el rostro de Any entre sus manos, juntó sus frentes y casi susurró: Te amo.

Any sonrió: Yo también te amo.

El beso comenzó tranquilo, Any abrió la boca dando paso a la lengua de Poncho, la cual la invadió llena de deseo.  Con cada movimiento el beso se hacía más intenso y posesivo.

Any agarró el cabello de la nuca de Poncho, excitándolo, apretó sus manos en su cintura, deslizándose hacia el capullo.  Any gimió entre el beso con la caricia y se mordió el labio.

Poncho la empujó y con un gesto lento le quitó la blusa, sus ojos brillaban de deseo.

Any tomó los pantalones cortos que llevaba puestos y abrió el botón y la cremallera.  Volvió a besarlo e invadió su ropa interior con una manita insistente, Poncho se retorcía debajo de ella, excitado, incapaz de mantener más su cuerpo alejado del de ella.

Poncho llevó sus manos a los muslos de Any y le levantó la falda hasta la cintura, acariciando la parte interna de sus muslos, mientras escuchaba sus pequeños gemidos que solo lo excitaban más y más.  Invadió las diminutas bragas con una mano e insertó un dedo, haciendo que Any jadeara.

Ella agarró sus hombros, clavándose las uñas.

Any: Poncho, te necesito ahora.

Poncho no dijo nada, solo la levantó de su regazo y se tumbó boca arriba en la cama.  Se arrodilló y se quitó los pantalones cortos y la ropa interior, y luego la falda y las bragas de Any.

Él agarró sus rodillas y las empujó suavemente para separarlas.  Se colocó entre sus piernas y bajó la cabeza para besarla.  Al mismo tiempo que introducía su lengua en su boca la penetraba.  Los movimientos lentos y profundos pronto se volvieron intensos y casi salvajes a medida que se acercaba el clímax.  Gimiendo el nombre de Poncho, Any sintió que su cuerpo se estremecía al máximo, escuchando el sonido gutural que escapó de la garganta de Poncho cuando ella también llegó al clímax.

Poncho cayó sobre su cuerpo, rodando hacia su costado y atrapando a Any en sus brazos.

Ella sonreía, le pasaba las uñas por el pecho y Poncho le acariciaba el brazo con la mano.

Poncho: Nunca he sido tan feliz en mi vida.  Besó la parte superior de su cabeza.

Cualquier miró hacia arriba: puedo decir lo mismo.  - sonrió - te amo.

Poncho: Yo también te amo princesa.

Entre caricias y tiernos besos termino durmiendo

En el segundo, Any entró al predúo del editor estrechándole la mano a Poncho, temerosa del qué dirían sobre lo sucedido con Claudia.

Poncho: princesa, si sigues apretando mi mano así, la sangre dejará de circular por ella – sonrió cálidamente al encontrar su mirada.

Any: Lo siento cariño, solo estoy nerviosa.  Por si el apodo de la señora del hielo no fuera suficiente, ahora me van a poner otro y es culpa de Maite.

Poncho: la dama de hielo ya no existe.  Ahora estás más caliente que los rayos del sol.  Él le guiñó un ojo.

Any se rió: ¡eso fue hortera Poncho!

Poncho se encogió de hombros: pero te hizo sonreír.

Cualquiera: solo tú para lograrlo.

Oyó la señal del ascensor de que había llegado al piso deseado.  Any respiró hondo con los ojos cerrados.

Poncho besó levemente sus labios y luego sus manos, luego las soltó: cálmate y deja de tomarte todo tan en serio.

Cualquiera: fácil para ti decirlo, no corras el riesgo de que te llamen Mike Tyson con falda.

Poncho: Tú tampoco.  - Le susurró al oído - Eres demasiado buena para que te llamen así.

Any sonrió sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.  Volvió a respirar, levantó la barbilla y la espalda, y se dirigió al vestíbulo de acceso.

La reacción fue diferente a lo que ella esperaba, las mujeres sonrieron y la saludaron, como nunca antes lo habían hecho.  Los hombres asintieron y siguieron su camino.

Al final del pasillo, se encontró con una pelirroja y una morena, con enormes sonrisas, absteniéndose de saltar y aplaudir.

Poncho sonrió torcidamente: Te dije que te quedaras tranquila.

Any: Sí, no se ve tan mal.  - Ella tomó su mano - Gracias por calmarme.

Poncho: Quería calmarme de otra manera, pero en público es un delito.  - le lanzó una sonrisa maliciosa - Ve a tu habitación antes de que se me olvide dónde estamos.

Any se rió un poco más fuerte de lo que pretendía: Ya voy.  - Le guiñó un ojo y se fue a su habitación, con Dul y Mai justo detrás de ella.

Mai: mira a Any, ¡el personal te ama ahora!  - dijo riendo.

Dul: Entonces, las mujeres te aman porque Claudia pisaría a todos solo porque es la hija de la pareja y los muchachos, de hecho, es mucho más miedo.

Cualquiera frunció el ceño: ¿miedo?

Dul: Miedo de ser abofeteado por ser estúpido contigo.  - empezó a reír.

Cualquiera se rió: ¿por qué ninguno de ellos me miró?  - Mai asintió - Y pensé que era porque Poncho estaba conmigo.

Mai: En parte también, pero cuando vieron el daño que le hiciste a la fea cara de Claudia, pensaron que estabas practicando algún tipo de pelea.

Dul: y no lo negamos.  - siguió riéndose.

Cualquiera estaba pensativo: ¡ah!  Mejor así, ¡al menos evita usar apodos aburridos!

Mai: Cierto, ahora quiero saber cómo resultará tu situación con Rojas.

Any se encogió de hombros: normal, creo que piensa como yo.

Dul: boiei.

Cualquiera: más bien Claudia con el ojo hinchado que el nombre de la revista envuelta en escándalos de empleados.

Mai: la revista es el amor de la vida de Rojas.

Dul: nadie lo dude.

Any: así que está bien, ahora va a funcionar porque yo también lo necesito.  Besos

Mai y Dul lanzaron besos al aire y dejaron a Any trabajando.

Aprendiendo amarWhere stories live. Discover now