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Anahí hizo la última prueba del vestido ese mes, estaba exhausta y agradecía de metal el masaje y el baño que encontraría esperándola en su departamento, sonrió mientras agradecía aún más al maravilloso hombre que la esperaba.

Abrió la puerta y encontró la habitación a oscuras y un rastro de velas iluminando el camino a las escaleras.  Ella se rió a carcajadas y siguió el camino hacia el dormitorio.

En la mesa de la esquina estaban todos los ingredientes dulces y salados necesarios para preparar una fondue.

Dejó caer su bolso al suelo y camino al baño se deshizo de su ropa.  Se detuvo en la puerta admirando su Poncho, su dios griego.

Poncho sonrió con picardía: Vamos, hace mucho tiempo que estoy aquí solo.  Se sentó en la bañera, el agua golpeando su cintura, mostrando su pecho con el agua corriendo por él.  Any se imaginó besando cada centímetro de ese cuerpo y pasó la lengua por sus labios resecos.

Caminó lentamente hacia el baño y con el apoyo de sus manos se deslizó entre sus piernas.

Any: No podría desear un mejor lugar para estar que aquí.  - la voz ronca y arrastrada por el deseo.

Poncho: Genial, porque este será tu mundo para siempre.

Any sintió su excitación contra su espalda y no pudo controlarse más, un intenso deseo la invadió e hizo exactamente lo que quería hacer cuando lo vio, lamió, mordisqueó y besó cada parte expuesta del cuerpo de Poncho mientras acariciaba su polla. con mano.

Sonrió al sentir que Poncho levantaba las caderas gruñendo y apretando los dientes, sintió que le agarraban el puño y abrió los ojos, perdido en el tono verdoso oscuro del deseo.

Sin mediar palabra Poncho la agarró del pecho, haciéndola gritar su nombre.  Any se estremeció, aferrándose a sus hombros, alcanzando un orgasmo tan intenso como nunca antes.

Poncho la miró fijamente, extrañando que con tan pocas caricias hubiera llegado al clímax, pero sonrió apasionadamente antes de penetrarla.  Any recuperó sus fuerzas y alucinada siguió los rápidos y profundos movimientos hasta llegar al clímax, esta vez juntos.

Estaban en la cama comiendo y abrazándose cuando sonó el teléfono, pero ninguno de los dos quiso contestar, dejando el trabajo al contestador automático.  La voz que sonó hizo que ambos se congelaran.

Poncho maldijo y Any casi se atragantó con su fresa cuando escuchó la voz aguda y enfermiza de Perla sobre su escritorio.

Perla: Poncho, me encantó nuestra conversación de hoy, fue genial recordar los viejos tiempos.  Mañana iré a la revista para que podamos hablar más.  Tal vez podamos organizar una cena o un almuerzo, si lo prefieres, no tienes que invitar a tu novia.  - una risa cínica - Besos.

Después del pitido final, la habitación quedó en completo silencio, Poncho observó a Any torcer el rostro entre la ira y la frustración.

Any: ¿Estaba ella en tu habitación?  preguntó finalmente.

Poncho: Se detuvo queriendo saber como estaba, eso es todo.  - dijo sin darle mucha importancia.

Any: ¿Y por qué no me lo dijiste?  Él entrecerró los ojos inquisitivamente.

Poncho: en la tina mientras hacíamos el amor o en la cama mientras te acaricio?  - respondió sin pensar.

Any: y que es eso de hablar de los viejos tiempos Alfonso?  - Ya me estoy irritando.

Poncho: Solo hablamos de trabajo y amor, nada más.  - sin entender por qué se puso nerviosa.

Any: ¿nada mucho?  - se levantó de la cama - ¿Tu ex chatea contigo en tu cuarto, a solas y dices que no es gran cosa?  - agitando las manos en el aire.

Aprendiendo amarOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz