La indicada

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Sus ojos me miraban atentamente, con lujuria viva.

Sentía la manera en que su corazón comenzaba a latir a mil por horas mientras se mordía el labio inferior.

La comisura de mis labios se estiró genuinamente dejando ver una sonrisa por tan solo saber que tengo a la mujer que pronto será mi esposa, la mujer que amo, conmigo, encima de mí.

Ella sonrió al igual que yo, quizá pensando de la misma manera.

Me tiene totalmente hipnotizada, endeble, frágil ante ella.

Y es que como voy a ser fuerte a cada gesto que hace con su rostro, su timbre de voz, el color de su cabello y ni hablar de sus ojos, sus labios rojos, su aroma jodidamente narcótica que me droga totalmente en cuanto la aspiro, el color y la suavidad de su piel, cada una de las pecas de su espalda, la forma tan protectora de tratarme, sus celos cuando alguien se acerca con las intenciones que solo puede tener ella sobre mi.

Todo, todo de ella me debilita.

Natasha Romanoff me debilita y me tiene a sus pies desde el primer momento en que la vi.

De forma repentina para mí, sus gruesos labios comenzaron a atacar los míos con un deseo incontrolable, un magnetismo irresistible.

Yo... sin rechistar me dejé llevar, siempre he amado la forma en que nuestras bocas encajan perfectamente, la forma en que se vuelven una sola en cada beso.

Sentía como su respiración me embriagaba psicodelicamente.

Como sus manos habían empezado a acariciar mi torso, desde la cintura hasta la altura de mis senos todavía sobre la ropa.

Mordió mi labio inferior dando rienda suelta a mi deseo vehemente de tenerla gimiendo mi nombre, de tenerla tan exasperada que solo desee llegar a su orgasmo.

Mis manos fueron a su cintura aferrándose a ella y pegando su cuerpo más al mío, sentirla tan cerca me vuelve tan... pero tan esquizofrénica, sentirla junto a mi es tan delirante.

Así que sin recato alguno, comencé a desvestirla, a quitar con desespero cada prenda de ropa adherida a su piel para lograr sentirla mejor, lancé cada pedazo de tela sin importarme a donde fueran a parar y ahora disfrutar de tan atrayente, exquisita y apetecible vista.

Mis ojos vagaron en su cuerpo desnudo, pero especialmente, en sus senos erectos, en cómo su piel se erizaba cuando comencé acariciar con el dorso de mi mano su abdomen, pasando lentamente por el valle en medio de sus senos para luego llegar hasta su cuello y por último llevar mi pulgar hasta los labios que hace unos minutos besaba.

Una satisfactoria sorpresa me llevé cuando con su boca atrapó mi dedo, chupandolo de una forma tan ávida y sensual, mirándome fijamente a los ojos y haciendo que un sutil gemido salga de mi.

Ella lo había confirmado una vez más, es mi jodida debilidad.

— Por Dios, Nat... — mordí mi labio inferior y ella esbozó una sonrisa, dándose cuenta que había logrado lo que quería — me encanta cuando haces eso.

Inmediatamente me senté con ella encima de mí, sus senos quedaron a la altura de mi rostro y después de soltar un suspiro grande muy cerca de su piel, tomé uno en mi boca delicadamente haciendo que se le escape un gemido destemplado y sin moderación, un gemido que fácilmente pudo hacerme correr en segundos ante su agonía.

Entretanto, inicié a darle atención a su otro pecho con mi pulgar.

Sus brazos se posaron delicadamente en mis hombros y sus manos en mi cuello, sosteniendo levemente su cuerpo, sentía que en cualquier momento podía desvanecerse ante la sensación que le daban mis humedas lamidas, mi lengua rozaba su pezón de forma circular y la intranquilidad que le producía mi acción la llevó a comenzar a mover sus caderas encima de mi buscando un roce que saciara su ansiedad.

LOVELACE (Natasha Romanoff y T/n Lovelace Ward)Where stories live. Discover now