Capítulo 29

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Yoongi entró en aquella pequeña librería haciendo sonar la campanita de la entrada. El lugar era un poco viejo y anticuado con aquel conocido olor a libro de antaño y polvo, había cantidades impresionantes de libros apesar de ser un local tan pequeño y todo era muy organizado.

—Bienvenido —saludó el trabajador—. ¡Oh, es el veterinario!

Yoongi desvió la mirada hasta el chico de anteojos enormes, suéter tres tallas más grande y cabello separado en el medio formando un tierno corazoncito con los mechones del fleco. Entrecerró los ojos reconociendo al vecino de Jungkook.

—Jimin, ¿cierto? —preguntó acercándose hasta él.

El nombrado sonrió haciendo que sus pómulos se alzaran, los anteojos resbalaron ligeramente por el puente de su nariz, y sus ojos desaparecieron de forma graciosa y adorable en un par de medias lunas de espesas pestañas. —Síííp, soy Jimin. —afirmó con tono infantil, como el niño de preescolar al que le hacen una pregunta y repite para ser escuchado.

—Claro… —Yoongi asintió, de pronto sintiendo la necesidad de sonreír también.

Demonios, ese chico era el tipo de personas que hacía sonreír a otros con muy poco esfuerzo. 

—¿En qué le puedo ayudar? —preguntó Jimin con voz amable.

—Ah, cierto —Yoongi recordó de pronto su motivo para estar ahí—. Bueno, te busqué en Google...

—¡¿A mí?!

—¡No! Este lugar… Quise decir que busqué este lugar en Google porque me dijeron que podía encontrar un libro de leyendas antiguas.

—Oh, ya veo —Jimin se llevó las manos cubiertas por las enormes mangas de su suéter hasta las mejillas y, aclarándose la garganta para emplear el tono que usan los vendedores de autos, dijo—: En ese caso, está en el lugar correcto.

Yoongi soltó una risita.

¿Una risita?

¡¿Pero qué mierda pasa contigo, Min?! 

—Venga conmigo, le enseñaré todos los libros de leyendas que tenemos.

Jimin dirigió a Yoongi por uno de los larguísimos corredores en medio de enormes muebles de caoba con libros antiguos apilados en los estantes.

—No sabía que trabajabas aquí. —Yoongi soltó de repente, y casi de inmediato se arrepintió de haber dicho eso.

¡Claro que no lo sabía! Ellos apenas se conocían y jamás habían intercambiado más que unas pocas palabras en los dos miserables capítulos en los que habían llegado a encontrarse.

Qué idiota. Deseaba que el chico no lo hubiera escuchado pero esos corredores eran tan silenciosos que incluso hacían eco. Supo que Jimin lo había escuchado claramente cuando soltó una leve risita y lanzó una mirada hacia él por encima del hombro.

—Pues ahora ya lo sabes. —le sonrió. 

Yoongi se sintió estúpidamente nervioso. ¿Qué le estaba pasando? Seguro se le estaba pegando la idiotez de Jungkook. 

—Aquí es —dijo Jimin al llegar a su destino—. Los libros de leyendas están en la parte superior. —alzó su pequeño y gordito dedo apuntando a lo alto del librero antes de usar ese mismo dedo para ajustarse los anteojos. 

Yoongi asintió mientras lo veía acercar una escalera de madera para subir. Su mirada siguió los movimientos del chico hasta ver la manera en que su redondeado trasero se alcanzaba a divisar por debajo del enorme suéter.

—¿Cuál buscabas? —preguntó Jimin desde arriba de la escalera antes de dar un respingo y girar hacia el veterinario— ¿Yoongi?

—Es para que no vayas a caer. —respondió el nombrado a la vez que sus manos amasaba las nalgas del chico "ayudándolo" a mantener el equilibrio en lo alto de la escalera. 

—Gra-gracias. —escondió un leve sonrojo debajo de los anteojos y tomó varios de los libros al azar para poder regresar a la seguridad del suelo.

En todo ese tiempo Yoongi se dedicó a manosear y admirar el hermoso culo que le llegaba justo a la cara gracias a la bendita escalera donde Jimin estaba trepado. Para cuando el chico al fin bajó, sus manos ya estaban tibias y satisfechas.

—Aquí tienes. —Jimin le entregó tres pesados libros de pasta gruesa y hojas amarillentas.

—Gracias. —le sonrió.

¿Acaso estaba coqueteando?

No, imposible. 

—¿Necesitan ayuda? —una tercera voz irrumpió.

Yoongi observó la manera en la que el otro vecino de Jungkook, el moreno alto, se acercaba hasta pasar un brazo por encima de los hombros de Jimin en un nada disimulado gesto posesivo. 

—¡Nam! —Jimin sonrió amplia y radiantemente— Te esperaba más temprano. —se quejó haciendo un adorable puchero. 

—Perdón, bonito. —Namjoon lo apretujó más, sonriendo con cariño mientras pasaba el pulgar por el labio abultado del más bajito de manera juguetona. 

Jimin borró el puchero y sonrió.

De acuerdo, ahora Yoongi sentía que sobraba en ese lugar. Desvió entonces la mirada hasta los libros en sus manos, recordando que estaba ahí para investigar y no para hacerla del tercero en discordia.










BLACK CAT. ➸taekookWhere stories live. Discover now