Capítulo 69

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—Apaga la luz, TaeTae. —pidió Jungkook sonando ligeramente temeroso.

Me moví en silencio obedeciendo a su orden. En medio de la oscuridad parcial, lo único que se escuchaba era el murmullo del movimiento de la ropa cayendo al suelo y nuestras respiraciones lentas. No quería ir rápido pero tampoco demasiado lento, quería que ese momento se quedara conmigo lo más posible.

Lo escuché tomar su lugar al centro de la cama, lo seguí hasta subir y colocarme sobre él. Me incliné al frente y rocé su piel con mis labios. Jungkook tembló y sollozó, cerrando los ojos con fuerza mientras sus manos apretaban mis hombros. 

Sentí lo mismo que él: una mezcla entre temor y deseo. 

—¿Puedo hacer lo que quiera? —pregunté.

Él asintió sin abrir los ojos.

Sonreí tanto como pude y emprendí el camino repartiendo besos por todo su rostro, labios y cuello, robando suspiros de sus lindos labios hasta que llegó el momento en que Jungkook se relajó y prácticamente se derritió en mis brazos. Continué con las caricias intentando no verme desesperado pero tampoco como un viejo con artritis, y avancé. Jungkook fue dócil y muy pasivo, tomando cada pequeño beso en silencio, disfrutando y soñando con los ojos entreabiertos, con mi mano entre sus piernas donde acaricié y masajeé hasta tenerlo suave y tranquilo.

No hubo un solo lugar que no besara en su cuerpo y él lo aceptó, no me apartó y disfrutó tanto o más de cada segundo que pasamos juntos. 

Cuando lo tuve húmedo y listo para recibirme, lo observé con atención mientras me enterraba en él. Su expresión se deformó en una de dolor antes de adoptar ese gesto de placer cálido que llenaba mi pecho. Me moví lento en su interior, buscando ese punto que él disfrutaba hasta perder la conciencia.

Jungkook lucía hermoso, mucho más de lo que recordaba.

Me incliné y lo besé de nuevo. «Te amo», pensé pero no me atreví a decirlo en voz alta, no cuando estaba tan cerca de irme. En cambio continué arrastrando a Jungkook hasta el borde de su propio placer, y lo observé lloriquear mientras yo seguía moviéndome en su interior incapaz de creer que aquella podría ser la última vez que pudiera llegar a verlo de esa manera.

Probablemente en un futuro, quien tuviera el privilegio de verlo así, sería alguien más.

«En verdad te amo».




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Desperté la mañana siguiente con Jungkook durmiendo plácidamente en mis brazos; era extraño, creí que terminaría siendo gato después de aquello pero no fue así.

«¿Ahora no podía convertirme?»

—¡Jungkook! —alguien llamaba a la puerta de nuestro departamento, reconocí la voz de Seokjin.

No quería moverme, no quería romper la fragilidad del momento.

—No quiero abrir. —murmuró Jungkook hundiendo el rostro en mi pecho.

—No abramos entonces —respondí y lo abracé aún más fuerte—, pasemos todo el día juntos.

Él asintió a mis palabras y seguimos durmiendo, fingiendo que no escuchábamos a Seokjin.

—Me matará... —Junkook musitó.

—Que lo haga luego. —suspiré.

—¡Puedo oírlos, idiotas! —gritó Seokjin.

«Malditas paredes tan delgadas».

Jungkook soltó una pequeña risa y yo hice lo mismo, sintiendo que nada podría ser más perfecto en ese momento. Agaché la mirada para verlo; sus ojos resplandecían, sus labios lucían rojizos y hermosos mientras sonreía ampliamente. No recordaba haberlo visto así de feliz en tanto tiempo.

Nos quedamos en silencio, observándonos por un momento, y entonces él lo hizo, lo dijo.

—Te amo, TaeTae.

Y todo mi jodido mundo colisionó en un mar de sensaciones y colores que jamás había exprimentado.

Mi humano era tan valiente, más valiente que nadie y yo era un cobarde.

¿Cómo puedo dejarte ahora?

«No puedes, no lo hagas», dijo la voz de mi conciencia.

Raioz. 











BLACK CAT. ➸taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora