Capítulo 61

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Había alguien más en la casa. Un chico alto de cabello casi tan oscuro como el mío, de piel muy blanca, labios rojizos y una vestimenta extraña con cadenas colgando de su cinturón, pantalones negros muy ajustados y anillos en todos los dedos más un collar horrible parecido al de Minhyuk. Los ojos del desconocido me encontraron y sonrió ligeramente antes de desviar su mirada al dueño de la casa que venía detrás de mí.

La rata del chico andaba suelta dentro de una bola de plástico, y por un momento quise aplastarla.

—¿Quién es él? —preguntó el desconocido con una voz suave y firme; me gustaba esa voz.

—Es un... vecino. —dudó el dueño de la rata; creo que su nombre es Hyunwoo.

El otro asintió, y sin saber muy bien qué responder, se acercó a mí alzando la mano con aquellos dedos abarrotados de anillos. La tomé, y fue increíblemente cálido.

—Kim Soohyun –se presentó—. Mucho gusto.

No respondí, había algo extraño en el toque de su mano. Era raro, pero se sentía bien. Por alguna razón el tipo me agradó desde que lo vi pero ahora el sentimiento crecía. Me gustaba su voz, su rostro, su toque, sus ojos, todo. Usualmente aborrecía a cualquier humano desde el principio pero este tenía algo diferente, parecía que incluso lo conocía de otra parte, como si acabara de encontrarme con un viejo conocido. 

Él retiró la mano incómodamente luego de no obtener respuesta, y por un instante deseé mantenerla más tiempo conmigo. Un nudo de sensaciones desconocidas revoloteó en mi vientre cuando vi que se alejaba y casi corro hasta él.

—Su nombre es TaeTae. —habló Hyunwoo por mí.

El dueño del departamento parecía nervioso, él ya me había visto transformarme pero seguro que si lo contaba el otro lo tomaría por loco; nadie creía en un principio.

Casi como en un sueño, me moví hacia Soohyun. Incluso su nombre resultaba tranquilizador. Él me observó confundido mientras se sentaba en el sofá de la pequeña sala bebiendo de una taza de té que tenía frente a él en la mesita de centro. Me senté muy cerca, demasiado, y me dediqué a observarlo como si no pudiera parar de hacerlo, como si él eclipsara todo lo demás.

—TaeTae —me llamó con un ligero toque burlón—, ¿por qué usas sábanas y orejas?

—¿Quieres que me la quite? —pregunté, dispuesto a sacarme la sábana si acaso llegaba a decir que sí.

—No, no —él negó rápidamente—, solo era curiosidad. —rió.

Su risa era tan familiar.

Le sonreí también y él se sonrojó haciendo que más cosas extrañas revolotearan en mi estómago como una bola de abejas picoteando y zumbando en todas partes. Él desvió la mirada primero y me molestó un poco que lo hiciera, quería que me viera solo a mí.

—¿Te gustan los gatos? —preguntó, intentando mantener la conversación.

Asentí sin dudar.

—A mí me gustan también —Soohyun continuó—. Solía tener muchos de ellos pero tuve que darlos en adopción —hizo una mueca—, no quería dejarlos ir pero fue necesario.

Necesario. La palabra regresó a mí en forma de eco, repitiéndose como si la hubiera escuchado antes en alguna parte, e incluso con la misma voz cálida. 

—Yo puedo ser tu gato. —me ofrecí de inmediato. 

«¿Qué hay de Jungkook?», dijo una voz en mi consciencia.

Jungkook. Por poco lo olvido.

«No puedes olvidarlo, él es tu humano».

Era verdad, pero Soohyun tenía algo que me llamaba a seguirlo y cuando él hablaba era como si no pudiera pensar en nada más. Tan cálido y familiar.

—Me gustaría —respondió, y mi corazón se aceleró feliz—, pero no puedo tener mascotas ahora. —concluyó, y mi corazón se apretujó.

Soohyun notó algo en mí por lo que se apresuró a acariciar mi cabeza, y el toque nuevamente me pareció muy familiar. De nuevo estaba feliz.

—Podemos ser amigos. —ofreció.

—¿Por qué no puedes tener mascotas? —pregunté acercándome más a él.

—Mi novio se mudó conmigo hace un tiempo y es alérgico. 

Y por algún motivo, yo ya había escuchado esa misma frase antes.

—Tú...

La realidad me golpeó de pronto.

—¿Cómo se llamaban tus gatos?

—Tenía una gatita que tuvo tres bebés; ella se llamaba Luna, los pequeños se llamaban Silver, Golden y Ámber, les puse así por el color de sus ojos —parecía feliz al decir aquello—. Espero que la familia que los adoptó los estén cuidando bien.

Oh no, ellos no los cuidaron bien. Ellos ni siquiera se quedaron con los gatos una semana antes de echarlos a la calle. Esos gatos sufrieron y murieron uno por uno, hasta que solo quedé yo.











BLACK CAT. ➸taekookWhere stories live. Discover now