Capítulo 16. Presente.

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Espero ya estén grabando su reacción y si no, ¿Qué esperas?

Antes de que inicie el capítulo quiero contarles que viene uno antes de este, el cual, no será actualizado ahora, pero cuando lo haga, necesito que no dejen spoiler, pues dañaría por completo lo que se narra allá y lo que se cuenta aquí. Respeten eso, por favor. Y sin más, disfruten.

 

Magnus.

Abro los ojos.
Todo es oscuridad.
¿En dónde estoy?

Trato de levantarme, sin embargo, la punzada que aparece en mi cabeza no me lo permite. Giro hacia los lados y encuentro una mínima fuente de luz que no alcanza a alumbrar la habitación entera. Proviene de una chimenea en la que crepita vagamente el fuego de unos restos de leña, pero el resto sigue viéndose igual. Penumbra tras penumbra.

Estoy secuestrado. No hay otra explicación. Intento halar los grilletes en mis muñecas, pero estas ceden y mis brazos me caen en el pecho. No hay grilletes. ¿Por qué? Muevo mis pies para verificar que no tenga cadenas y estos se mueven libres. No estoy atado de ninguna parte de mi cuerpo.

Palpo a mi alrededor y siento un grueso cobertor. No estoy en el suelo, estoy acostado sobre una cama. Llevo la mano a mi izquierda y encuentro una mesa pequeña. Hay algunos objetos en ella: lo que parece ser una jarra de metal con agua y algo con la figura de una lámpara a gas apagada. No entiendo lo que está pasando.

—¿Gregorie? —Pregunto a la nada no demasiado alto. No quiero que quien este afuera, si es que hay alguno, me escuche.

Nadie responde.

Tomo la lámpara y la estrello contra la mesa. Mi corazón late frenético. Necesito escapar de aquí. La base de cristal queda en mi mano y toco para comprobar que sirva como arma. Lo hace. Está filosa y puntiaguda. Siento el olor invasivo del propano llenar la habitación, por lo que debo cubrir mi nariz con mi brazo libre. Mi cuerpo duele, pesa. Me levanto de la cama y un mareo me ataca de inmediato. Mi cabeza da vueltas, me hace tambalear y cerrar los ojos. Parece que he estado acostado por un largo tiempo.

Coloco la mano en la pared más cercana y comienzo a caminar, palpando la madera de los muros y la suavidad de la alfombra en mis pies. Es ahí donde me doy cuenta de que no tengo zapatos. Avanzo hasta encontrar una puerta y me sorprende notar que abre fácilmente. Si no fui secuestrado, entonces donde estoy.

Afuera la luna se alza y aparece frente a mí un paisaje lleno de nieve. Cientos de cabañas de madera conforman una aldea con caminos espalados que van más allá de mi campo de visión e iluminados por faroles en postes de madera. El hielo quema mis pies, pero aun así decido caminar.

Bajo la mirada hacia mi cuerpo y palpo algunas zonas para encontrar heridas. No hay ninguna, excepto el dolor en la espalda por yacer demasiado tiempo en el catre. Estoy vestido con una camisa beis con cordones en el pecho y pantalones cafés que me quedan cortos. Mi estómago ruge famélico. Me pregunto cuando fue la última vez que comí. Mi boca está seca y mis labios resquebrajados, agrietados por el frío.

—Majestad. —Un sujeto aparece de la nada. No lo reconozco, no tiene un uniforme que me resulte familiar, solo un largo abrigo gris.

—¡No te acerques! —ordeno en un grito, agarrando fuerte el vidrio en mi mano—. Dime en donde estamos. ¿Qué hicieron con Gregorie? ¿Quién es el artífice de esto?

—¡Su majestad ha despertado! —Vocifera sin responderme.

Corre hasta una de las cabañas, una de las más grandes. Tiene forma circular y techo triangular cubierto de nieve. Intento correr en otra dirección cuando escucho el sonar de una campana. Rápidamente, muchos hombres de abrigo gris empiezan a aparecer. Todos me observan en silencio mientras yo trato de pensar en la mejor estrategia para enfrentarme a ellos.

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⏰ Última actualización: Dec 26, 2022 ⏰

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El corazón del Rey. [Rey 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora