Capítulo 8.

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Los soldados están enfilados frente a mi con el reluciente bordado en hilos dorados que resalta sobre la oscuridad de su uniforme.

Las armas están colgadas en sus hombros y los automóviles de guerra están listos para transportarlos hasta la frontera.

Pinfegnal es el objetivo de hoy, una ciudad cercana a Palkareth, el cual es mi próximo objetivo y no puedo permitirme fallar.

- Son las mismas reglas de cualquier otro ataque. - Espeto paseándome por las filas. - Ningún inocente herido o muerto, el único plan es hacernos sentir sin derramar sangre.

Odio el leer en las noticias la muerte de seres inocentes. En todos ellos veo el rostro de Keriel y lo injusto que fue su asesinato, así que en su honor he decidido que aunque derrame mi furia jamás lo haré sobre personas inocentes.

- La orden es clara. - Habla el oficial al mando. - El recuento de tropas se hará dentro de 5 horas, así que no pierdan el tiempo en Mishnock y solo limítense a hacer su trabajo.

Los hombres marchan al acatar las palabras dichas y con óptima sincronía van subiendo al transporte. Los observo partir contra la brisa fuerte que hoy azota mi nación y en silencio pido por sus vidas.

Mi capa se ondea a medida que subo la colina en donde esta construida la base militar. La fila de hombres me esperan en la salida para guiarme hasta la puerta de mi automóvil.

Me despido del general al mando y me encamino directo al palacio. Observo por la ventana a mi nación y siento la soledad que me acompaña.

Las personas salen de sus casas al ver el transporte del rey pasar, detallo el rostro de los niños sonreír soñando con fervor que algún día llegan a ser como yo. Pobres inocentes si creen que ser rey trae felicidad, pues me siento increíblemente desdichado.

Al llegar al palacio Francis me recibe en el umbral como siempre y llegando hasta la puerta del automóvil me avisa que dentro me espera una visita.

- ¿De quién se trata? - Pregunto intrigado.

- Asuntos monárquicos al parecer.

- ¿Monárquicos?, ¿Gregorie ha venido a verme?

- Más bien su prometida. - Informa caminando a mi lado hacía el interior. - La princesa Lerentia Wifantere lo espera en el comedor.

No puedo creer que esta mujer este aquí. No me fio de ella y mucho menos de su familia después de la catastrófica cena de compromiso.

Camino hasta el lugar indicado y al llegar, efectivamente la encuentro con una sonrisa galante y el cabello hacia un lado.
No creo tener paciencia ahora para esta inesperada y exasperante visita.

- Magnus. - Saluda al verme.

- Rey Magnus para usted y... señorita Wifantere no esperaba verla el día de hoy.

- Es agradable saber que le he dado una sorpresa.

- No grata debo decir. - Musito más para mi que para ella.

- ¿Gusta té? Porque yo si.

- No tomo té, señorita Wifantere.

- Por favor llámeme Lerentia.

- Lerentia. - Respondo, acatando su pedido.

- Que bien que he traído una botella.

Puedo reconocer de inmediato la razón de su visita. Le atraigo, lo pude ver desde la cena.
Su sonrisa coqueta es prueba de ello, al igual que ese pequeño temblor en las manos al jugar con la botella mientras esta pendiente de que no se le caiga y haga el ridículo frente a mi y por supuesto la dilatación de sus pupilas cuando me vio entrar a la habitación.

El corazón del Rey. [Rey 3]Where stories live. Discover now