Capítulo 30.

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- Majestades. - Llama alguien frente a mi.

Me obligo a abrir los ojos con algo de pereza para descubrir al joyero con una caja de terciopelo negro en sus manos.

- Ya está listo su pedido. - Informa, extendiendo el objeto hacia mí.

No sé en qué momento me quedé dormido, pero el sol ferviente me hace entrever que llevo algo de tiempo pernoctando.

- ¿Qué hora es? - Pregunto, moviéndome en mi asiento, cosa que hace despertar a Gregorie.

- 7:40 de la mañana, señor.

Tomo la caja y la abro con un poco de ansiedad. Necesito que esto sea perfecto, y si no lo es, todo este trabajo habría sido en vano.

Detallo el diamante azul como pieza principal de la joya, custodiado por un millar más a los lados, los cuales son considerablemente más pequeños.

El aro en oro se ve bien, pero su interior es demasiado simple para mí gusto. Siento que aún hace falta algo y no logro entender que es.

- ¿Ya podemos irnos? - Pregunta Gregorie a mi lado.

- No, aún necesita algo. Quiero que sea totalmente majestuoso.

- ¿Qué? - Inquiere confundido. - ¿Vas a tallar tu rostro al interior del anillo?

- Lo haría si fuese posible ¿es posible? - Pregunto curioso al joyero.

- ¿Señor lo dice en serio? - Cuestiona con algo de temor.

- No, sería algo demasiado exagerado.

- Podría colocar algo que los defina. - Propone el hombre. - Una frase corta o algo en ese estilo.

- ¿Qué te parecen sus iniciales? - Agrega mi primo.

- Eso es muy básico, es algo que tú harías. - Despotrico.

- Entonces piensa rápido porque quiero ir a desayunar.

Pienso por un minuto o más de uno. Podría grabar mi nombre en el, es decir, ¿quién no querría mi nombre en un anillo? Pero sé que probablemente no le gustaría, porque es justo ella la persona a al que no le agradaría esa idea.
También podría grabar una frase que diga "Soy lo mejor que te pasara, así que acepta mi propuesta" pero sería demasiado patético el hacer algo así.

¿Qué le gustaría a Emily Malhore? Ella es sencilla y dulce, sin duda mi antítesis.
Le gusta que hable con la verdad y que la elogie con palabras románticas que jamás saldrán de mi boca.

Saco la brújula de mi bolsillo casi por inercia, y comienzo a jugar con ella en un claro ejemplo de ansiedad. Lo que sea que ponga en la joya debe ser algo tan íntimo que solo lo entendamos los dos.

De un momento a otro las letras del artefacto parecen iluminarse como si tuvieran propia. ¿En serio? ¿Será esto lo que pondré? Bueno, no lo sé.

Recuerdo a mi abuela decir que debo buscar el lado bueno de la vida para equilibrar mi caótico mundo, y en verdad Emily representa todo lo bello que está puede ofrecerme.
Es dulce, bondadosa, cálida y demasiado amorosa para mí gusto y supongo que es eso lo que nos hace complementarnos tan bien.

- ¡Ramé! - Exclamo emocionado, cerrando la brújula de golpe.

- ¿Rama? - Cuestiona Gregorie, levantándose de la silla. - ¿Se dieron su primer beso en un árbol o algo así?

- ¡Cállate, Fulhenor! - Exijo sin intención de perder mi brillante idea. - Es obvio que aún estas dormido.

Escribo la palabra en un papel y lo paso a manos del joyero, quien rápidamente camina hacia el interior del lugar con el nuevo pedido en la cabeza.

El corazón del Rey. [Rey 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora