Capítulo 9.

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Días después.

Me ha llegado esta mañana una carta de invitación a un almuerzo que tomará lugar en Cristeners, justo en el palacio de los Wifantere. Dudé en aceptar tal propuesta debido al extraño comportamiento de Lerentia pero gracias al triunfo de mi más reciente plan de guerra, decidí que asistiré como una forma de celebración.

El ataque a Pinfegnal salió como lo esperaba. Fue un gran golpe que desestabilizó a la monarquía y comenzó a infundir temor en Mishnock, aún cuando tuve que darle una fuerte reprimenda a mi ejercito, pues a pesar de mis indicaciones asesinaron personas que no lo merecían, extendieron el ataque hasta Palkareth, la capital de la nación y han traído como prisioneros a aquellos que intentaron defenderse, y no puedo permitir que eso vuelva a suceder.

Las noticias fueron el medio más regocijante, mostraron la ruina en la que deje Pinfegnal, los múltiples edificios destruidos y el terror en el rostro de sus pobladores ha hecho que la monarquía comience a preocuparse y a darse cuenta que soy superior a ellos en todos los aspectos.

Pero mi victoria se vio opacada por las fotografías en primera plana que circularon de Vanir y yo en la cena benéfica, junto al gran titular "¿Futura reina o diversión de una noche?"

¿Cómo pueden creer que con solo conocerla ya he pensado en convertirla en monarca o que pienso divertirme con ella y olvidarla al día siguiente?

Ha decir verdad me he pasado estos días pensando en esa mujer. Es tan cautivante, tan hermosa, tan vivaz que se ha colado en mi cabeza y al parecer no piensa salir.
Aún así no he dejado que mi mente desvíe la visión de mi objetivo y por ello me he mantenido alejado de ella.

No la he buscado, no he preguntado nada respecto a su vida o que querido saber que sitios frecuenta. Nada. Y aún cuando me llegaron reportes de los guardias sobre ver a una mujer de cabello cobrizo merodear el palacio un par de veces y saber exactamente que se trata de ella, decidí hacerme esperar.

Las mujeres hacen a los hombres débiles y no dejaré que eso suceda conmigo. No hay nada más importante que mantener mi monarquía en pie y ella no será el motivo de mi distracción.

Cuando creí que ya fue suficiente tiempo el que me había hecho el indiferente, le envié una nota invitándola al palacio. Espero que no piense que iré hasta su casa a pedirle un permiso a su madre para salir con ella o que iré a recogerla, debe conformarse con que el chofer pase a buscarla en uno de los automóviles.

Por otra parte, Denavritz ha solicitado una reunión conmigo, la cual estoy completamente seguro es a escondidas de sus padres, pues estoy convencido que viene a rogarme que detenga los ataques a su nación. Cosa que obviamente no haré.

Así que me mantengo atento mientras espero en la sala del trono su llegada, deseo al menos reírme un poco con el patético discurso que seguro trae consigo.

Francis se mantiene a mi lado, erguido y expectante. Le he pedido que intervenga si lo ve conveniente pues no creo poder soportar demasiado la presencia de un Denavritz.

Cuando por fin aparece, me doy cuenta que trae a su espalda un grupo de guardias Mishnianos, ¿en verdad cree que ellos lo salvarán si se me ocurre asesinarlo?

Se detiene frente a mi con esa posición de manos a la espalda que ahora tanto repudio y me da un elegante saludo que me tienta a reír.

- Buenos días, Magnus Lacrontte.

- Rey Magnus para ti. - Le recuerdo con un gesto altivo.

- Olvidémonos de las formalidades y hablemos de lo que realmente me interesa. - Dice con prisa.

El corazón del Rey. [Rey 3]Where stories live. Discover now