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Al parecer, el "viaje sin rumbo" tenía uno en realidad, Jungwon lo notó al ver que el menor tomaba rumbos sin pensarlo ni un milisegundo y Riki lo justificó como "seguir su instinto"

En todo el camino de la carretera, el mayor se había abrigado lo mejor posible con su sábana, pues el clima era verdaderamente helado.
Incluso había hablado entre tartamudeos debido a los escalofríos y el temblor en su cuerpo por el clima.

Mientras que Riki actuaba como si un suéter de cuello alto y lana era suficiente para pasar desapercibido el frío de esa madrugada.

En el camino, habían estado hablando, riendo y hubieron unos diez minutos —o más— de silencio sumamente cómodo, estaba claro que su confianza había subido en porcentaje, lo suficiente como para que griten como en un "Carpool Karaoke".

Su destino había sido una playa cercana, un espontáneo viaje de una hora y algo, pero había valido la pena.

Jungwon había bajado primero, con la emoción de un niño en un parque, tomando fotos del cielo, la luna que parecía cercana al mar y a este mismo, que se movía con tranquilidad y sin prisa.

—Es la primera vez que vengo a esta hora a la playa.— Jungwon dijo, sonriendo con la nariz enrojecida.—Me gusta ver el atardecer aquí.

—El amanecer es bonito.— Responde.—Me gusta más.

—Cuando veas un atardecer puedes pedirle que se lleve consigo a las cosas que no te permiten avanzar.— Suspiró, mirando al cielo aún un poco oscuro.—Eso decía mi abuelo.

—Oh, mi mamá dice eso...— Con sorpresa sonrió.—Le pide al amanecer y le agradece al atardecer, algo así.

—Tu mamá es linda, es encantadora.— Admitió con sinceridad.—Y tiene un aura muy único.—Tomó asiento, jalando sutilmente la mano del rubio para que se sentara a su lado.

No tardó en sentarse junto al azabache, obedeciendo la orden silenciosa, dejando un espacio menor, un silencio lejos de la incomodidad los acompañaba.

De reojo miró al mayor, su rostro brillando con la luna y sus ojos iluminados por las estrellas como si estuvieran en una batalla de quién era más bello.

—¿Por qué me miras así?— Pregunta Yang, devolviendo la mirada al menor.—¿Qué pasa?

—Nada, te ves lindo, Hyung.— Acomodó uno de sus mechones, sonriéndole.

Jungwon le sonrió de igual forma, encogiéndose en su lugar.
—Lo soy, gracias.— Con ego fingido dijo, haciendo reír al japonés.—Tú también lo eres, pero por supuesto que lo sabes... Así que, no quiero subirte el ego.

—Ya lo haz hecho, gracias.— Respondió presumido.

—Ouh, ahí está mi Riki.— Puchereó, luciendo tierno ante los ojos opuestos.—Estabas siendo demasiado amable para ser verdad.

—Ey, soy sumamente amable.

—¿Ah, sí?— Sin creerle, cuestionó.—Lo creo.

El menor comenzó a picar las costillas del azabache, escuchándolo reír mientras se quejaba; al detenerse Yang le dio un empujón, por alguna razón, ambos rieron al verse a los ojos, suspirando al mismo tiempo.

—Hyung, querías saber de mi papá biológico, ¿cierto?— Repentinamente pregunta, el mayor asintiendo con vergüenza.—Pues... Mi madre tiene un problema extraño cuando se embaraza, entonces, con ese señor, estuvo años intentándolo.

Jungwon decidió escuchar en silencio.

—A veces no pasaba del primer trimestre cuando abortaba espontáneamente, tal vez no se desarrollaba bien, pero fue durante muchísimo tiempo, así que cada vez el riesgo en su embarazo aumentaba.— Hizo una línea con los labios, suspirando.—Una vez el bebé nació prematuro a los ocho meses, pero murió a las semanas.

𝘿𝙀𝙇𝙏𝘼  ► 𝙬𝙤𝙣𝙠𝙞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora