Atrapados

43 9 1
                                    

Nunca había encontrado el silencio tan perturbador, ni siquiera durante los años que vivió en el hotel. Se encontraba sentada en el regazo de Zia con la cabeza apoyada en su pecho; llegó un momento donde tuvo que concentrarse en el latido de su corazón para amortiguar los gritos que con el paso del tiempo fueron disminuyendo.

Zia tuvo razón, sus poderes estaban bloqueados. Suspiró levemente al recordar que jamás había intentado con tanto ímpetu tratar de controlar la mente de alguien, tal vez por eso se sentía tan cansada.

Su acompañante sabía que en algún momento tendrían que salir de ahí, pues estaba seguro de que Reiku de nuevo mandaría a la prensa para hacer ver a los Peris como causantes de lo que sea que sucedió. Vagamente, se preguntó si sus poderes ya funcionaban.

—Tenemos que movernos —murmuró.

Sakura no dijo nada, tenía miedo de lo que verían al salir, se imaginó que sería como lo que presenciaron en el bajo mundo, o algo peor, y no pudo evitar estremecerse. La sangre casi seca que asomaba debajo de la puerta no era buen augurio.

—Sakura —insistió él.

Tras otro suspiro, asintió y juntos se levantaron del suelo. Zia la pasó detrás de él al poner la mano en la puerta.

—Si algo pasa. —Empezó a decirle al verla de reojo.

—Piensa bien lo que vas a pedir —intervino ella con enojo.

El líder bufó y negó, a veces odiaba la actitud que tomaba ante las situaciones de riesgo, ¿acaso no entendía que la protegería pasara lo que pasara? Se enderezó y con lentitud abrió la puerta.

El escenario que los recibió fue desconcertante y a la vez aterrador: encontraron cuerpos tirados por todos lados, algunos en posiciones extrañas y hasta imposibles; había sangre sobre algunos y una espuma verde asomaba sobre el rostro de otros.

Sakura se llevó las manos a la boca para tratar de silenciar el gemido de angustia que amenazó con escapar, mientras que Zia tomó con fuerza su brazo; daría lo que fuera para que ella no tuviera que presenciar la escena.

—¿Cómo pudo? —susurró ella y escondió parte de su rostro en el brazo de él.

Las escaleras que bloquearon los agentes estaban a solo unos cuantos a pasos, se asomaron a ellas y las miraron con desconcierto por unos segundos al no encontrar a nadie. Zia frunció el ceño con sospecha.

—Espérame aquí —murmuró.

Sakura lo vio alejarse con incertidumbre, pero evitó a toda costa voltear a su espalda; entre los asesinados había incluso niños y ancianos; trató de contener las lágrimas al mantener la mirada al frente.

Sin embargo, la mano de un cuerpo cercano a las escleras llamó su atención, esta temblaba mientras una especie de pequeños rayos verdes destellaban en la piel, eran igualitos a los que vio en su sueño. Sintió un horrible escalofrío al unir dos y dos, fue como si le hubieran echado una cubeta con agua helada. Entonces el poder de su sueño sí existía.

—Sakura —le llamó Zia al regresar a su lado. Cuando lo miró, notó pavor en sus ojos—. ¿Qué pasa? —preguntó, consternado.

—Existe —susurró y negó con la cabeza, estaba aterrada.

Zia puso las manos en sus mejillas sin cambiar el gesto de preocupación. Estaba casi temblando, se imaginó que vio con más detenimiento la escena.

—Sakura, mírame —le pidió. Ella lo hizo aunque no logró calmarse, era consciente de que su estremecimiento lo estaba preocupando más de lo necesario, pero su sueño fue muy real, no quería ver a Zia en ese estado—. Tenemos que salir de aquí antes de que llegue la prensa —insistió.

El poder en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora