Viaje a lo desconocido

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Cuando Zia subió una maleta a su camioneta, trató de ignorar el fuerte palpitar de su corazón y las manos sudorosas. Estaba nervioso, algo que jamás le había pasado ni en las misiones con la resistencia; tenía ganas de retractarse de su decisión.

Ezra apareció por la entrada del estacionamiento con una pequeña caja metálica color negra en las manos, una vez que estuvo cerca se la entregó.

—Aprietas aquí —explicó al oprimir el botón al centro de ella, al instante el estuche desapareció dejando ver solo un diminuto punto verde. El líder pasó el pulgar sobre este y la pequeña caja se volvió a materializar, la abrió y encontró diez dedales—. No hay retenes de aquí a Mori, te debes ir por la Shin Tomei para evitar pasar por Shizouka —prosiguió.

El otro asintió, eso significaba que los usarían en la caseta de empalme Nigoya-minami, y para subir y bajar del avión. Era mejor que le sobraran a que faltasen.

—¿De Shenzhen a Hong Kong?

Ezra sacó su celular y presionó varias veces la pantalla hasta llegar a la información requerida.

—Dos por hoy, si para mañana hay más te alcanzará alguien en el aeropuerto —contestó y le mostró los puntos donde estaban los retenes.

Zia sacudió la cabeza, preocupado.

—Sigo diciendo que no es buena idea. —Vio hacia arriba con un suspiro sabiendo que Sakura no tardaba en bajar. El de lentes lo miró con una ceja arqueada.

—¿Por los agentes o porque no sabes qué pasará entre ustedes dos?

El líder lo miró con pesadez y vergüenza, ¿acaso todos se dieron cuenta de sus acciones?

—Nada pasará —aseguró al abrir la puerta y meter el pequeño estuche en un compartimento secreto mientras Ezra le sonreía.

—No es un crimen que te guste, ¿sabes? —De hecho pensaba que Sakura le estaba haciendo mucho bien a su amigo, pues ya no andaba deprimido y encerrado todo el tiempo.

Zia salió de la camioneta y vio con el ceño fruncido a su acompañante.

—No ha pasado ni medio año —le recordó con seriedad.

Su amigo asintió al guardar su celular.

—Sigue sin ser un crimen.

Ambos voltearon cuando Akemi apareció con una pequeña valija y detrás de ella notaron a Sakura arrastrando una maleta más grande. Zia suspiró y se acercó para ayudarla al tomar la valija de sus manos para levantarla con facilidad.

—Gracias —murmuró ella, sonrojada; aún no asimilaba del todo que estaban por viajar solos.

—No hay problema —respondió sin verla y llevando la maleta hasta la camioneta donde la subió para, acto seguido, cerrar la cajuela.

—Esperemos que no haya contratiempos —señaló Akemi al entrelazar su brazo con Ezra después de darle la pequeña maleta a Sakura. La chica veía al suelo y jugaba con las manos mientras su mente repetía la noche anterior sin parar.

Zia notó el estado enajenado de la castaña, creyó adivinar la razón por la que evitaba cruzar la mirada, pues él tampoco dejaba de pensar en lo que pasó entre ellos; regresó la atención a sus amigos.

—Cuida que no se medio maten —le murmuró a Ezra entre irónico y serio.

El mencionado se carcajeó.

—No te preocupes, trataré de que se comporten. —Su expresión se tornó un tanto seria—. Tenemos que hacer lo que dijimos, así que estaremos ocupados.

El poder en unoWhere stories live. Discover now