Bloqueo compartido

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Sakura casi arrastró a un Zia medio ido en medio de tierra y plantas; estaban empapados, pues apenas lograron salir del río. No sabía cuánto los arrastró porque nunca había salido de Japón. Incluso consideraba el que estuvieran juntos un verdadero milagro, pues la corriente llegó a estar tan fuerte que los separó en varios trayectos. 

Pero estaban juntos, eso era lo importante.

El líder caminó con torpeza, su mirada estaba ausente y ella no sabía qué hacer o cómo ayudarlo, solo lo guió lo mejor que pudo siendo su sostén cuando tropezaba. En el trayecto encontró un tubo de desagüe abandonado en medio de maleza y escombros de algún tipo, con mucho esfuerzo lo ayudó a entrar.

Una vez ocultos le revisó su costado con urgencia, pues notó que su playera tenía una mancha de sangre. Encontró una herida superficial, nada que requiriera atención extra. Sin  embargo, le preocupaba su estado enajenado, pues dudaba mucho que la lesión fuera causante de que pareciera drogado. Puso ambas manos en sus mejillas tratando de lograr que la mirara.

—¿Qué pasa? —le preguntó, alterada.

Zia la escuchó como que a distancia y con eco. Llevó la mirada a ella para encontrarla borrosa. Cerró y abrió los ojos antes de sacudir la cabeza.

—No sé —contestó sintiendo un dolor punzante en su sien; el lugar donde estaba el rasguño le ardía, pero lo peor era esa sensación de estar fuera de su cuerpo.

—¿Tu celular? —cuestionó ella buscando en las bolsas de su chamarra.

Él sacó el aparato del bolsillo de su pantalón y se lo entregó, aunque no sabía si serviría; era contra agua, pero no al grado que lo expuso. Reiteró su temor cuando Sakura trató de prenderlo y el celular solo se quedó en el logo.

Se sentía muy raro, como si lo hubieran drogado. Parpadeó varias veces y con torpeza tocó el costado donde encontró sangre. Una de las balas lo alcanzó, pero no parecía estar perdiendo una gran cantidad de líquido, incluso así estaba mareado.

Sakura vio la sangre y supo lo que quería hacer, así que sin dudarlo colocó su mano para curarlo.

—¡No! —exclamó Zia y la tomó para alejarla, pero fue muy tarde.

Todo pasó en un santiamén, Sakura ni siquiera logró sanar su herida del todo, pues de pronto su cabeza comenzó a dolerle y sintió como si el mundo se hubiera ido de lado.

Él apartó su mano con cuidado y observó a su acompañante para recibir una mirada extrañada, la chica se puso pálida en cuestión de segundos. Tomó su rostro con ambas manos y la obligó a verlo, él se sentía mejor, pero ahora ella era la de mirada ausente.

—Hey, mírame —le pidió en voz baja.

Sakura tenía la vista baja, el suelo parecía estar girando a sus pies y su vista por momentos se nublaba, su estómago se llenó de acidez despertándole unas intensas ganas de vomitar. Puso la mano sobre el mencionado lugar al pensar que de vez en cuando su habilidad era una bendición; intentó quitarse el dolor, pero tras unos segundos notó que nada cambió.

Su acompañante la miró consternado, pues algo le advirtió que no la dejara sanarlo, pero no lo evitó a tiempo. La chica frunció el ceño, experimentando el mundo girar sin control, casi sentía la comida en su garganta, esta subía y se sentiría horrible si le vomitaba al líder encima. Intentó sanarse con más ímpetu, pero obtuvo el mismo resultado; al darse por vencida, levantó el rostro y vio confundida a Zia.

—¿Qué pasa? —preguntó este al ver su expresión.

—No puedo usar mi habilidad —contestó, temerosa.

El poder en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora