Fuera de control

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Akemi buscó a Sakura sintiéndose preocupada y confundida. Se asomó a su recámara, pero no la encontró; frunció el entrecejo mientras pensaba en cómo su amiga un momento actuaba como si se fuera a romper y al estar frente a Zia le salía lo dura y desafiante.

Buscó en la cocina, en el baño, en la sala de monitores, en todos los cuartos del pent-house y no la encontró. «¿Se habrá ido?» pensó, alarmada.

Estuvo a punto de usar sus poderes para ubicarla cuando notó la cortina del balcón moverse, se acercó y al asomar la cabeza la encontró sentada en el suelo en una de las esquinas. Tenía la cabeza entre las rodillas con los brazos rodeándolas, parecía que buscaba esconderse.

Entró y Sakura levantó un poco la cabeza al escuchar las pisadas, tenía el rostro lleno de tristeza y arrepentimiento.

—¿Me odias? —preguntó en voz baja.

Akemi sonrió un poco y negó con la cabeza.

—No tengo porqué —respondió al sentarse a su lado.

—Te mentí —le recordó viendo al suelo.

La chica se encogió de hombros y miró al cielo.

—No es como que nos conozcamos de toda la vida para que me confíes cosas tan privadas y especiales —alegó sin rastro de enojo.

La castaña la vio contrariada.

—¿Cómo puedes estar tan calmada? —indagó, incrédula.

Su amiga le dio una sonrisa amigable.

—Todos tenemos secretos, Sakura, los tuyos son para proteger a los que amas.

La aludida negó con preocupación.

—Me va a correr, lo sé —dijo refiriéndose a Zia—. No sé qué me pasa con él, que no puedo dejar que me trate como si fuera... —Se detuvo a tratar de encontrar la palabra correcta para explicar lo que sentía.

—¿Su subordinada? —preguntó Akemi con curiosidad.

La chica lo pensó un momento y asintió.

—Pasé los últimos años siendo la subordinada de Reiku, dejando que hiciera y deshiciera conmigo; pero con él no puedo controlarme —confesó, nerviosa; era como si quisiera demostrarle a Zia que podía estar a su nivel.

Y no era como si lo hiciera a propósito, algo se apoderaba de ella, algo que no le tenía miedo a nada ni nadie.

—Dudo que te corra —le aseguró Akemi—. Ya lo hubiera hecho.

—Tal vez no lo hace porque no me ha visto —susurró Sakura viendo hacia la puerta del balcón.

—O no lo hace porque lo hizo —alegó su acompañante con una sonrisa extraña.

Sakura la vio confundida al no entender qué quiso decir con aquella oración.

Sakura la vio confundida al no entender qué quiso decir con aquella oración

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El poder en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora