Verdades incómodas

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Zia se encontraba recostado con un brazo sobre sus ojos. Sus pensamientos y sentimientos estaban revueltos. No sabía qué lo poseyó para besar a Sakura, y lo peor era que no tenía ni un gramo de arrepentimiento o remordimiento. Es más, si fuera por él, seguiría explorando sus labios sin importarle lo que los demás opinaran.

Suspiró y se sentó no pudiendo dejar de pensar en ella, ni en cómo se sentía entre sus brazos. «Me estoy volviendo loco» pensó al pasar una mano por su cabello con frustración.

Escuchó risas afuera de su recámara que le hicieron saber que los demás estaban de regreso, percibió el toque en la puerta de enfrente y no pudo evitar entrecerrar los ojos al imaginarse a Lien yendo a buscar a Sakura. 

Los celos se hicieron presentes y estuvo a punto de incorporarse cuando escuchó la voz de Akemi decir—: Llegamos.

No tenía la más mínima idea de lo que opinaba la chica, y si era honesto, le daba algo de vergüenza que pudiera llegar a contar lo que pasó entre ellos. Y no por el acto en sí, sino por él, sus acciones fueron demasiado agresivas.

Después de reflexionarlo un poco, se levantó y se acercó a la puerta para tratar de escuchar.

Después de reflexionarlo un poco, se levantó y se acercó a la puerta para tratar de escuchar

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Sakura abrió y recibió a las chicas con una pequeña sonrisa.

—Qué bueno que están bien —comentó en voz baja.

Akemi la miró con curiosidad notando que había algo diferente en ella, pero no pudo decir con exactitud qué. Dara no se percató de ello; solo entró y se dejó caer en la cama con un sonoro suspiro.

—A veces me pregunto si Lien es un mocoso en el cuerpo de un adulto —dijo, molesta, mientras cruzaba los brazos. Akemi le dirigió una sonrisa cómplice a Sakura al entrar, mientras que ella cerró y se sentó en la silla que tenía en la recámara—. No vi cuando te fuiste —continuó al incorporarse un poco para observar a la castaña que se sonrojó, provocando que ambas mujeres la vieran extrañadas.

—Era mal tercio —se excusó en voz baja.

Dara rio con cierta amargura.

—Con otros sí, con Egan y conmigo no —rebatió en un tono de tristeza.

La otra joven vio a su amiga con inquietud.

—Dara, desde la tarde quería preguntar por qué estás triste —señaló al recordar los ojos rojos y la mirada distraída que su amiga usó durante toda la película.

Sakura asintió al rememorar el gesto decaído que utilizó antes de ese intento de práctica con Zia.

—Sí, yo también.

La aludida cerró los ojos y puso ambas manos sobre su rostro para tratar de esconder su reacción.

—Encontré a Lien besándose con Lea —les contó con la voz ahogada tratando de tragar el nudo que se le hizo en la garganta al recordar la apasionada y dolorosa escena.

El poder en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora