Armar el rompecabezas

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Cuando Sakura despertó, se sintió desorientada al no encontrarse en la habitación blanca que fue su hogar durante años. Por un momento olvidó que ya no estaba en el hotel, pero al ver a su alrededor suspiró aliviada.

Ante su falta de equipaje, Akemi le dio algo de ropa. Sin embargo, durmió con el pants negro y la playera rosa que usó al huir de Shizuoka. Quería recordar siempre de dónde provenía y a dónde tenía que volver por lo que quedaba de su familia.

Tras quitarse las prendas, se puso unos jeans junto a una playera blanca y peinó su cabello en una coleta alta. Hecho eso, se quedó sentada en la cama durante unos minutos, reflexionando en sí debería permanecer encerrada o ir en busca de la pelinegra. Negó una vez con la cabeza y finalmente decidió que tenía que ayudar a hacer el desayuno o algo.

Con ese pensamiento en mente, se incorporó y salió de la recámara para encontrar que el lugar estaba en completo silencio y que al parecer nadie estaba afuera de su recámara.

Frunció el ceño, extrañada, «¿se levantarán tarde?» pensó mirando a ambos lados del pasillo.

Al no hallar a nadie, se dirigió a la cocina donde se dispuso a comenzar el desayuno sintiendo que era lo mínimo que podía hacer.

Al no hallar a nadie, se dirigió a la cocina donde se dispuso a comenzar el desayuno sintiendo que era lo mínimo que podía hacer

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Los otros habitantes del pent-house se encontraban en la recámara de Zia con gestos de preocupación. El líder nunca dormía pasadas las siete de la mañana, fue por esa razón por la que Dara acudió a la habitación.

Al no poder despertar a su primo, corrió a buscar a Lien, quien a su vez despertó a Ezra, y así consecutivamente hasta que todos se aglomeraron en el lugar.

Fue Akemi la que les informó que el nivel de energía del líder estaba exageradamente bajo.

—¿Hay posibilidades de que encontrara un Peri que quite la energía a distancia? —cuestionó Dara, preocupada, mientras permanecía sentada en la cama junto al chico.

Ezra negó al quitarse los lentes. Se encontraba recargado en la puerta del clóset, desde donde estudió a su amigo tratando de entender la situación.

—Primero necesitaría alguien que lo pueda ubicar... —alegó, pensativo.

Una de las razones por las cuales Reiku no daba con ellos, a pesar de conocerlos físicamente, era porque solo existía una persona con la habilidad de encontrar Peris, y actualmente se hallaba a su lado.

—Pero ya no tenemos a nadie dentro del hotel... Pudo encontrar a alguien que robe la energía y a una persona parecida a mí —señaló Akemi, preocupada.

Dara sacudió la cabeza.

—No puede haber dos Peris iguales, recuérdalo.

La familia de los primos llevaba generaciones investigando a los Peris. En uno de sus estudios descubrieron que no podía haber dos con poderes iguales; es más, al morir un Peri, otro de su línea heredaba el talento, y eso podía tardar generaciones. Aquel dato era la principal razón por la que existían los Mutis, para que el tirano tuviera acceso a poderes con los que él seguramente no contaba. Aunque los seres que eran creados para tener extraordinarios poderes como los de ellos, hasta la fecha no sobrevivían los experimentos.

El poder en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora