Liderazgo bajo juicio

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Sakura vio con asombro la sala en la que se encontraban, incluso giró sobre su propio eje para admirarla, pues era imponente e intimidante.

Al frente había una elevación que se asemejaba a un balcón, era donde el consejo se sentaría en unos momentos. Del lado izquierdo se encontraban pequeñas gradas con sillas para que se pudiera sentar la familia de Zia, y en medio del lugar había un círculo en el que el líder se pararía.

Vagamente pensó que era como estar en un medio de una corte donde se enjuiciaban a las personas, que era, literalmente, lo que pretendían hacer.

Las hermanas de Zia, junto con sus padres, los esperaron en la puerta. Al llegar tomados de las manos Sakura no pudo evitar sonrojarse cuando la madre de él la abrazó y su padre le guiñó un ojo.

—Vamos a tomar nuestros lugares —dijo Ada.

Zia asintió, todos se metieron a la gran sala y solo quedaron ellos dos.

—¿Estás bien? —preguntó Sakura, preocupada.

Él asintió y tomando ambas manos en las suyas, las besó.

—No te preocupes —aseguró. Sakura no cambió el gesto, no sabía qué pasaría, nada más estaba segura de que estaría ahí para apoyarlo, decidieran lo que decidieran. Él, notando su preocupación, levantó su rostro para que lo viera—. Estará bien —aseveró y le dio un pequeño beso.

Ella se sonrojó, pues sintió la mirada de su familia en la escena.

—Bien —murmuró—. Debería ir a tomar mi sitio con tu familia.

Zia asintió y Sakura le dio una pequeña sonrisa y volteó para dirigirse a su lugar, pero antes de que se pudiera alejar, él la jaló de regreso y la besó.

Instintivamente, ella puso los brazos alrededor de su cuello, mientras que él puso los suyos en su cintura. Fue un beso lento y tierno que los hizo olvidarse del mundo entero. El líder no la quería dejar ir, pero cuando recordó que tenían audiencia, separó sus labios y juntó sus frentes a la par que cerraba los ojos y suspiraba.

Por su lado, Sakura llevó la cabeza a su pecho y lo abrazó por la cintura, luego levantó su rostro y lo miró.

—Va a estar bien. —Ahora ella le aseguró.

Zia abrió los ojos y asintió con una pequeña sonrisa.

—Consíganse un cuarto —gruñó Aledis, enfadada, al pasar a su lado para después meterse a la sala.

Sakura frunció el ceño y la vio con molestia.

—¿Ella puede estar? —preguntó, enojada.

Zia suspiró, iba a tener que decirle quién era la chica, tarde o temprano.

—Cualquier persona de la resistencia puede ver —justificó.

Sakura vio con molestia a Aledis, y luego lo miró.

—Voy a tomar mi lugar —bufó.

Él asintió y la dejó alejarse; al hacerlo, denotó que estaba tensa y molesta, como si ya supiera quién era aquella chica. Se sentó en una esquina junto a sus hermanas, mientras que Aledis platicaba muy animada con sus padres.

Zia se pasó la mano por el cabello, no sabía qué era peor, enfrentar al consejo de ancianos o a una Sakura enojada.

Zia se pasó la mano por el cabello, no sabía qué era peor, enfrentar al consejo de ancianos o a una Sakura enojada

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