Prisioneros del hotel

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Zia soltó un gruñido al experimentar un intenso dolor a lo largo de su brazo; sus captores lo dejaron caer en mal ángulo y no pudo hacer mucho por meter las manos.

Sentía como si estuviera dando vueltas y no podía abrir bien los ojos, le ardían como si le hubieran echado sal o jabón. 

Al tratar de incorporarse de lado, soltó un grave gemido, su hombro resintió el movimiento y su cabeza empezó a pulsarle.

—Vaya, vaya, miren al súper líder. —Una voz conocida se burló.

Zia inhaló con agobio y trató de abrir los ojos, pero a su alrededor todo era borroso.

El lugar olía a humedad, el piso estaba ligeramente mojado; con lo poco que pudo levantar los párpados, alcanzó a vislumbrar unos barrotes frente a él.

Los volvió a apretar con fuerza al experimentar ardor, casi no había luz en el lugar pero su visión estaba afectada por aquello que inhaló. A lo lejos percibió pasos y como si unos zapatos estuvieran resbalando en el piso.

—¡No! —exclamó una voz femenina y todos los demás sonidos se esfumaron, todos sus sentidos se concentraron en esa voz.

Cuando trató con más ímpetu de abrir los ojos la logró ver, estaba borrosa, pero definitivamente era ella.

Se trató de levantar, pero Ignasi dirigió su mano hacia él; entonces apareció una esfera de energía azul que penetró el pecho de Zia, su cuerpo se dobló de manera extraña y su rostro reflejó una intensa agonía.

—¡Zia! —gritó Sakura antes de luchar con sus captores—. ¡Suéltenme!

Ignasi entornó los ojos y le hizo un ademán a uno de los agentes, éste tomó por el brazo a Sakura y prácticamente la azotó en la pared con fuerza a lo que ella soltó un quejido.

—No, ¡déjenla! —susurró Zia y trató de levantarse, soportaría el dolor con tal de evitar que le hicieran algo a ella.

Ignasi rio al ver lo que su pariente hacía, así que tras entrecerrar los ojos, le dio una fuerte patada en el estómago, él cayo una vez más y se dobló de dolor.

—¡No, basta! —gritó Sakura e intentó acercarse, pero uno de los agentes la tomó por las manos y la jaló hacia atrás.

Ignasi rio de nueva cuenta, disfrutando la agonía de ambos, y con el pie volteó a Zia. Al notar lo débil que se encontraba, sonrió, el plan de Reiku había funcionado.

Se puso en cuclillas junto al líder de la resistencia mientras Sakura observó con lágrimas recorriendo su rostro, sentía una profunda y agonizante impotencia.

—¿Dónde está el súper líder? —ironizó.

El que yacía en el suelo soltó un bufido en medio de su dolor.

—Púdrete —respondió, finalmente, con voz grave.

—Tsk tsk —chistó Ignasi al levantarse para darle otra patada.

—¡No! —gritó Sakura y cerró los ojos al sentir que todo era su culpa.

Ignasi la miró con una mueca de burla.

—Llevensela —les dijo a los agentes, ellos asintieron y aunque ella opuso resistencia la comenzaron a alejar. No podía dejar a Zia en ese estado con el mal nacido

—¡Zia! —gritó mientras la llevaban a rastras.

El aludido apretó los párpados, necesitaba concentrarse, tenía que sacar a Sakura de ahí a como diera lugar. 

Ignasi se puso de nuevo en cuclillas junto a él y negó con la cabeza.

—¿Sabes qué es lo gracioso? —preguntó una vez que ella estuvo lejos para escuchar—. Al tratar de protegerla, la empujaste a Reiku.

El poder en unoWhere stories live. Discover now