31 | Amas las cerezas

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— Porfavor no nos hagas nada — retrocedí.

— Un paso más y disparo son órdenes del jefe Troy por haberlo delatado.

— Yo yo no fui, fue mi esposo — esto no ayuda en nada.

— Dijo que matara a cualquiera da igual.

— Porfavor piénsalo un poco tu... — piensa Ada piensa — tu debes tener familia.

— No la tengo, nunca la tuve, nunca la necesite — observé todo a mi alrededor nada afilado y nada que lanzarle.

— Porfavor recapacita, tus jefes ya están presos no te podrán pagar, ellos no estaban haciendo las cosas bien, dejame ir con mi hijo porfavor — negó con la cabeza.

— Usted no quiere a su hijo señora hasta lo estaba dando en adopción ¿que espera? ¿que le tenga compasión? — escuché que tocaron la puerta porfavor que sea la policía.

— Si quiero a mi hijo — se puso en alerta al escuchar la puerta tocar una vez más.

— Vas a abrir la puerta y pobre de ti que digas que estoy aquí, estaré del otro lado de la pared apuntando justo en tu cabeza así que ya sabes que hacer — lo vi pasar hasta la habitación de alado, abrí la puerta era Kerem.

— Hey regresaste — dije algo nerviosa.

— Si, quiero ayudarte a empacar las cosas para llevarte con tus papas y así paso tiempo con Maxito.

— Si si, ¿tienes hambre? — negó con la cabeza pero yo asentí.

— Eh ¿Si?.

— Amas las cerezas — está era nuestra frase de que algo no estaba bien cuando estábamos en las discotecas — agradecí que la puerta estuviera abierta.

Kerem me pasó su celular y le escribí por mensaje lo que sucedía mientras le hablaba de comidas, el marcó al 911 hablando lo más bajo posible mientras Maxito lloraba agradecía en este momento que llorara así no se escuchaba a Kerem mientras llamaba.

— Te servire un poco de cereal — fuimos hasta la cocina, la casa no es tan grande y sé perfectamente que el aun está apuntando mi cabeza o la de Kerem, ese tipo no tiene piedad.

Pasamos un rato en la cocina haciendo tiempo para que la policía llegara pero no pasaba absolutamente nada, vi la puerta de la habitación abrirse.

— Si matar a uno es fácil, matar a dos también lo será — Dijo el tipo acercándose con su arma.

— Mierda — Dijo Kerem.

Yo estaba dándole de lactar a Maxito.

— Ulalá pero podría divertirme un poco que lindos senos preciosa quisiera estar en el lugar de ese bebé, primero te mato a ti piuf uno menos y a disfrutar al relajito que me mando a matar el patrón, piuf un disparo en la cabeza me deshago de los cuerpos y listo.

— Porfavor recapacita un poco, me entrego a ti pero dejalos a ellos — el tipo mordió su labio y me observó el cuerpo por completo.

— Entrégale al bebé, ven conmigo a la habitación te aseguro que la pasaremos bien, quiero que empieces con un maravilloso oral como el que le diste a él aunque pensándolo bien podríamos empezar aquí frente a éste — le entregue el pequeño Max a Kerem mientras el negaba con la cabeza, me acerque a él a pasos torpes.

— Promete que los dejaras ir — asintió.

— De rodilla princesita — me arrodillé frente a él, desabotone su pantalón, su arma estaba cerca lo pensé mucho lleve mis manos hasta su miembro,  lo apreté y jale con todas mis fuerzas provocando que cayera al suelo del dolor, tomé su arma y corrimos hasta el jardín junto a Kerem y Maxito.

Vi llegar a la policía y le indicamos donde estaba el tipo lo sacaron esposado tuvieron que llevarlo entre dos hombres porque no podía caminar del dolor, respire aliviada y abrace a Kerem junto a mi pequeño.

— No se de donde sacaste valor para hacerle lo que le hiciste a ese tipo, no fui yo pero hasta a mi me dolió ver eso, estabas ofreciendo tu vida por las nuestras — sonreí ante su comentario.

— Lo hice por mi hijo, sé que contigo estaría bien.

— Soy su papá siempre querré verlo bien — me volvió a abrazar.

La policía habló con nosotros nos aconsejó cambiar de casa por lo que ellos pueden volver a enviar a alguien, Levent nos ha puesto a todos en riesgo.

Ordené mi maleta y la pañalera de Maxito. Kerem me llevó hasta casa de mamá y papá, no quiero entrar no quiero enfrentarlos pero debo hacerlo.

— Tranquila, hablalo con calma, aun no digas nada del divorcio.

— Pero es que ellos querrán ir a la clínica por Levent.

— Fácil les dices que las visitas están prohibidas y no es algo tan grave.

— Detesto que hables las cosas con tanta calma — tomó mi mano y sonrió.

— Debes aprender a controlarte, los estaré visitando cada vez que pueda.

— Te estaré avisando cuando me iré a Londres — me despedí con un beso en la mejilla. Toqué la puerta y abrió papá.

— Preciosa nos vienes a visitar — asentí y me abrazó, detrás de él mamá hizo lo mismo, quitaron de mis brazos al pequeño Maxito.

— Está precioso, te ves algo cansada — y como no estarlo, soy un desastre como madre, esposa, hermana, hija, soy un completo desastre, no pude mas y me derrumbe frente a ellos.

Las lágrimas no dejaban de salir, no podía hablar, tenía un nudo en la garganta, después de tomar un poco de agua que mamá trajo de la desesperación pude hablar.

— Levent esta herido en la Clínica, nos intentaron asaltar, necesito que se queden con Maxito — ni yo me creía lo que había dicho.

— Ay Dios, si si hija no te preocupes nosotros cuidamos al bebé, tu debes es estar alado de tu esposo.

— Pero ¿que pasó hija? — le explique que se metieron a la casa a robarnos Levent se interpuso recibiendo un balazo y el malo ya está en la cárcel.

— Hija debes denunciar, yo voy contigo — papá se ofreció a acompañarme.

— No papá, no te preocupes, creo que la bala solo lo rozó no es algo muy grave.

— No importa cómo sea yo voy contigo porque sé que no estás bien — finalmente me terminó acompañando.

Llegando a la clínica encontré a los padres de Levent, los saludé y explique lo mismo fue un intento de robo en casa y él nos defendió.

Pasamos como una hora sin saber noticias de él, debía fingir preocupación, talvez si lo estaba un poco pero mi coraje es mucho mayor.

— El paciente está despertando y pide ver a su esposa — Dijo una enfermera.

— Ve hija porfavor.

Caminé detrás de la enfermera hasta llegar a la habitación, él estaba comiendo gelatina y sonrió aliviado al verme.

— Mi amor pensé que no te volveria a ver — Vi que la enfermera salió dejándonos completamente solos.

Le di una cachetada y me miró confundido.

— Te mereces eso y más ¿acaso sólo te importa el dinero? ¿Nunca sentiste algo por mi o por Maxito? — mi rostro estaba lleno de lagrimas de coraje.

— Todo tiene una explicación escúchame porfavor.

— Si la explicación es una recompensa.

— Necesitaba el dinero para darles la vida que se merecen, necesitaba el dinero para mi tratamiento de infertilidad porque quiero una familia contigo.

SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora