Capítulo 3

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La alarma comenzó a sonar haciendo que, poco a poco, me empezara a despertar y desperezar.

Eran las cuatro y media de la mañana y quedaban dos horas y media para ir a recoger a Nadia al aeropuerto, así que tenía que ir preparándome si quería estar allí a tiempo.

Ayer había hecho unos cálculos rápidos y, si todo sale bien, sería una hora prepararme y otra ir hasta el aeropuerto, con tan solo media hora de margen, que la usaría para esperarla allí, así que todo tendría que salir perfecto.

Me levanté de una vez por todas y fui hasta el baño. Después de utilizarlo y asearme, fui hasta la maleta. De allí saqué mi ropa para ese día:  unos vaqueros anchos, con una camiseta de manga larga ajustada blanca y, como hacía algo de frío, me puse mi sudadera blanca, con rayas verdes y con el cuello del mismo color.

Una vez vestida, fui hacia el baño y deshice las trenzas que tenía, que, para mí desgracia, mi pelo no quedó para mí gusto así que decidí recogerlo en una pinza blanca, para que así hiciera contraste con mi pelo castaño oscuro,se podría decir casi azabache.

Me puse mis Nike Retro tobilleras de color azul, para luego ir a por mí bolso, de color negro, a la maleta y pusé lo esencial para esa mañana: cartera, con documentación, móvil, alguna pastilla por si acaso me empezaba a doler algo y por último, una colonia pequeña.

Cuando ya estaba lista, me eché un poco de rímel, brillo de labios y unas gotas de perfume, para luego finalmente irme.

Alucinantemente, tan solo había tardado tres cuartos de hora en prepararme, así que se sumaban quince minutos a el tiempo que tenía de margen.

Una vez cerré la puerta, me fui hacia los ascensores y me monté en uno, para luego acabar en la planta 0, la cual estaba desierta.

Salgo del hotel y, por el móvil, llamé a un Uber ya que no encuentro ningún taxi por la zona. Después de esperar diez minutos, el coche apareció y me recogió. Después de darle las indicaciones al conductor de a dónde quería ir, el vehículo se puso en marcha.

Aunque un poco justa de tiempo, ya que el viaje duró una hora y veinte y ya quedaba muy poco para que llegara Nadia, solo veinticinco minutos para que el avión llegase.

Pagué al conductor y me bajé del vehículo, para entrar en el aeropuerto.

Como no sabía por qué puerta iba a salir mi amiga, decidí quedarme en una zona cerca de la salida y llena de asientos, para que así me viera cuando fuera a salir.

Después de echar más de media hora allí, en aquellos asientos incómodos, de repente veo a una rubia a oscura, de metro setenta con un conjunto rosa y morado de sudadera y vaqueros.

Me levanto de mi asiento y voy corriendo hasta ella, para fundirnos en un abrazo.

—Llevamos como dos días sin vernos…pero no sabes cuánto te he echado de menos.— le dije mientras rodeaba su cintura con mi brazos.

—Te entiendo, soy difícil de olvidar.— me contestó, soltando una carcajada al final.

—Tía, ponte algo sentimental que yo me lo he puesto.

—Yo también te eché de menos, tonta.— me dijo ella, mientras se separaba de mi abrazo y cogía de nuevo el asa de su maleta negra.

Mientras nos poníamos al día de lo que había pasado en estos dos últimos días, no íbamos dirigiendo hacia la zona de los taxis, para luego coger uno.

Después de subirnos a uno y decirle al conductor a donde queríamos ir, nos pusimos en marcha.

—Tía, Kia, aún no asimiló lo de Carlos.— me dijo ella mirándome fijamente.

Mi amor para tres ||Formula 1||Where stories live. Discover now