Capítulo 16

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Estuve hablando con Lando cerca de una hora. Ambos nos desahogamos con el otro sobre la mierda de carrera que habíamos tenido por culpa del coche, ya que él había acabado decimoséptimo (en realidad había acabado último, ya que Ocon y Leclerc también habían abandonado como yo).

Los dos estábamos acostados en mi cama, uno al lado del otro, mirando al techo mientras que nos contábamos cómo nos sentíamos.

—Es que me da mucha rabia que la temporada pasada tuviera un coche en condiciones, que por lo menos valía para entrar en Q3 y ahora nos han dado un pedazo de tractor que no vale ni para ir de paseo— me comenta él.

Suspiro.—Estoy por apostar que mi Fórmula 2 del año pasado corre más que este coche— le digo.

—Seguramente sí— dijo él. Aunque él no lo hubiera hecho, se le notaban las ganas de llorar a kilómetros e incluso tenía las lágrimas casi rebosando de los ojos, pero no entendía por qué no lloraba. Yo había estado llorando desde que llegó a mi habitación y sin embargo él no derramó ni una lágrima.

—Tengo sed, ¿Te importa quedarte aquí un momento mientras voy por unas botellas de agua a abajo?— le pregunto a él. Tenía la garganta muy seca y no me había enterado hasta el momento.

—¿Quieres que te acompañe?— me preguntó.

—Bien puedo sola…— le digo mientras me levanto y voy hacia la puerta.

Salgo de la habitación y voy directa a las escaleras, para luego bajarlas y ya estar enfrente a la cafetería.

Allí estaba bastante gente: ingenieros, mecánicos, estrategas… Pero hubo alguien que me llamó especialmente la atención, ya que vestía de rojo cuando todos íbamos de naranja.

—Sainz, ¿Qué haces tú por aquí?— le pregunto al español cuando llego junto a él, ya que estaba en mi destino, la barra.

—Venía a verte, pero me dijeron que estabas en la habitación— me contestó él.

—No te contaron una mentira— le digo.— ¿Para qué me querías ver?

—Bueno… venía a preguntarte qué tal estabas.

—Podría estar mejor, la verdad… Lando me ha ayudado mucho; llevamos hablando sobre un ahora de la carrera y pienso que ya estoy mejor— le contesto. —¿Tú qué tal estás?

—Bien, supongo— contestó.— No es por regodearme, pero he acabado cuarto y estoy bastante contento.

—Felicidades, hombre— le digo con una sonrisa, dándole unas palmaditas en el brazo.

—Gracias, gracias…— contestó con una sonrisa. — Aparte de preguntarte qué tal estabas, quería preguntarte si tenías libre esta noche… Hay un restaurante muy bonito en la ciudad al que me gustaría ir.

—¿Y me quieres llevar a mí?— le pregunto.

—Sí quieres y puedes, me gustaría llevarte—dijo él.— ¿Qué tal te parece la idea?

—Me gustaría mucho acompañarte— le digo con una sonrisa.— ¿A qué hora tengo que estar lista?

—Que tal si… ¿A las nueve te recojo en recepción?— me pregunta él.

—Perfecto— le digo con una sonrisa.— Bueno, nos vemos dentro de tres horas.

—Nos vemos— me contestó, dándose la vuelta y yéndose de la cafetería de McLaren despidiéndose del equipo.

Antes de irme de allí, me dirijo a la camarera y pido dos botellines de agua y, luego de pagarlas, me voy de nuevo a la habitación.

Estaba llegando a mi habitación cuando de repente me acuerdo de que, antes de haber quedado con Carlos, había quedado con Lando para cenar.

Mi amor para tres ||Formula 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora