Capítulo 8

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Me comencé a despertar cuando sentí que alguien se movía a mí lado. Como si sintiera que el calor se desprendiera de mí.

Me doy la vuelta y voy abriendo los ojos poco a poco, hasta encontrarme con Lando de pie, enfrente mía, mirándome:

—Lo siento, no quería despertarte. — se disculpó él mientras yo me sentaba.

—No te preocupes, también fue culpa del sol. — dije señalando la ventana que, por error, se nos había olvidado de tapar con las cortinas.

—Ah. — dijo mirando hacia donde le señale.

Ambos nos quedamos en silencio, sin pretenderlo. Pienso que él lo hizo por incomodez y yo porque aún seguía durmiendo. La verdad es que era bastante intenso, ya que ninguno de los dos sabía qué decir y mucho menos qué hacer.

—¿A ti también se te está haciendo eterno el silencio?— me preguntó Norris, haciendo que por fin volviera a este mundo.

—La verdad es que sí.— afirmé, mientras me desperezaba un poco frotándome la cara con ambas manos.

—¿Qué... qué tal has dormido?— me preguntó por segunda vez, intentando entablar una conversación.

—Bastante bien, dormí muy cómoda. ¿Y tú?

—Genial, diría yo. — dijo él con una pequeña sonrisa mientras se sentaba a mí lado.—Aunque no sabía que tenías la costumbre de pasar la pierna por encima.

—¿Qué?— pienso que me había puesto más roja que un propio Ferrari. Sabía que tenía la costumbre de poner la pierna por encima... pero no sabía que esta noche, inconscientemente, lo había hecho.— Ay, lo siento mucho. Te juro que no fue queriendo.

—Tranquila, si no pasa nada. Solamente me sorprendió, pero da igual, que así me diste un poquito de calor.— dijo riéndose.

—Ay, Dios, qué vergüenza.— dije mientras cubría mi cara con mis manos.

—No te preocupes, mujer, que a mí no me importó.— dijo él.—Además, si te soy sincero, a mí también me pasó una cosa parecida.— al ver mi cara de extrañada, decidió aclarar el comentario.— Por la noche me desperté y me di cuenta que estaba abrazado a ti.

—¿Si?— él asintió a mí pregunta.— Bueno, pues entonces ya estamos uno a uno.— dije mientras me reía.

—Sí, ya estamos a pares.— comentó. Miró un momento su reloj y luego volvió su vista a mi.— Mira, ¿Qué te parece si bajamos a desayunar? Ya son las diez de la mañana y pienso que hay que estar en el paddock a la una.

—Vale, me parece bien.— le contesté mientras se ponía de pie.

Como los dos estábamos vestidos con ropa para salir a la calle, salimos directamente y nos fuimos a los ascensores.

Cuando nos subimos al elevador, ambos nos quedamos en silencio. Pero a comparación de otros, este era un silencio cómodo. O sea, se podía cortar la tensión con un cuchillo sin afilar. Pero, a pesar de ello, él decidió cortarlo:

—¿Qué tal te lo pasaste en la fiesta?— me preguntó mientras me miraba, apoyado en la pared del ascensor.

—Genial. Fue fantástica toda ella... aunque me dio pena no poder aguantar con los tacones toda la noche. Eran muy bonitos para dejarlos en la habitación.— ambos nos reímos por mi comentario final.— Me encantó, sin duda alguna. Fue una sorpresa encontrarme con esta bienvenida a la Fórmula 1.

—A mí también me pasó la primera temporada en la que corrí.— comentó él.— Siempre había pensado que la Fórmula 1 era más seria que las demás, pero me equivoqué por mucho.

Mi amor para tres ||Formula 1||Where stories live. Discover now