Capítulo 32

83 15 51
                                    

Ya estábamos en Mónaco, uno de mis países favoritos y el anfitrión de una de mis carreras favoritas de la temporada.

Había venido unos días antes a él, ya que Charles y Odette habían organizado un babyshower y me habían invitado, así que iba a asistir a él.

Junto con Nadia y Alan, me había alquilado una casita al lado del puerto, donde podíamos llegar con facilidad al circuito y a donde quisiésemos.

Alan y yo estábamos poniendo la mesa para cenar, mientras que Nadia acababa de hacer la comida, cuando se escucha como alguien toca el timbre de la puerta.

—¿Estáis esperando a alguien?— me pregunta Alan, mientras que colocaba los cubiertos en la mesa.

—No, no recuerdo haber invitado a nadie o que Nadia lo hiciera…— contesto.— ¿Será algún paquete?

—¿Y de qué? Si aquí no se ha pedido nada— me contesta él.

De nuevo, se vuelve a escuchar el timbre sonar por toda la casa.

—¡Abrir la puerta, que se impacientan!— grita Nadia desde la cocina.

—Voy yo— dice Alan, para luego ir a la puerta, mientras que yo voy a la cocina a coger lo que faltaba para la mesa.

—¿Esperas alguna visita?— me pregunta.

—No, ¿Y tú?— le pregunto, cogiendo los vasos.

—Tampoco… A lo mejor es algún fan tuyo, que supo donde estaba la casa y vino— dice ella, removiendo los macarrones en la cacerola.

—Seguro— contesto con sarcasmo.— Dudo mucho que sepan donde estoy. Yo no publiqué nada.

—Pues espera a que venga Alan, así salimos de dudas— dice ella, apoyándose sobre la encimera y cruzando sus brazos.

No pasó más de un minuto cuando escucho mi nombre.

—Kiara— me dice Alan, llegando a la puerta de la cocina y apoyándose en el marco de ella.— Tienes visita…

Me doy la vuelta y allí me encuentro solo a Alan, haciendo que me extrañara, ya que no veía a la supuesta visita.

Al ver mi cara de incomprensión, Alan le indica a la visita que se adelante un poco para que yo pudiera verlo y así hizo él.

—Hola…— dice con una sonrisa forzada por la incomodidad y metiendo las manos en su chaqueta.

—Oh… Hola— digo, perpleja, mirándolo.

Desde el Gran Premio de Melbourne, hace ya más de un mes, casi ni nos dirigimos la palabra. Y ahora estaba plantado enfrente mía, en una casa en la que, ni él ni nadie, sabe que estamos nosotros en ella y mirándome con una cara que no sabía descifrar.

—Creo que es mejor que nosotros nos vayamos, Alan…— dice Nadia, andando hacia la puerta.

—Dejar, nos vamos nosotros a mí habitación…— digo andando hacia la puerta, señalándole con la cabeza el pasillo a él.

Estaba a punto de cruzar la puerta, cuando Nadia me agarra de la muñeca, haciendo que me quedara quieta:

Vamos a estar aquí, cualquier cosa grita— me dice ella por lo bajo, en español para que así él no nos pudiera entender.

Tranquila, no me va a hacer nada— en cuanto ví la mirada seria que me lanzó Nadia, agregé:— Le llevo por lo menos tres centímetros, sé defenderme sola.

Ella asiente y me suelta la muñeca, dejándome libre para poder ir con él hasta la habitación que había escogido cuando habíamos llegado.

Ambos, en completo silencio, nos metemos adentro de ella y cierro la puerta, para así tener más privacidad.

Mi amor para tres ||Formula 1||Where stories live. Discover now