Capítulo 10

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Una vez duchada, salí de la bañera y me envolví una toalla al cuerpo y otra al pelo. Mientras me miraba al espejo que había arriba del lavabo, me eché una crema hidratante.

Cuando ya me había echado todos los potingues necesarios para que mi piel estuviera más o menos decente, me fui a la habitación y me vestí; quería ir sencillita, así que opte por ponerme una falda larga de colores rosa con un estampado muy bonito, con un top negro y una cazadora de cuero del mismo color.

Como no quería llevar el pelo mojado, me lo sequé un poco con el secador y luego me lo alisé un poco con las planchas del pelo. Una vez con el pelo listo, me ví al espejo.

—Mmm… Me falta algo— me digo a mí misma. De mi maleta, cojo dos collares dorados de distinto tamaño y unas gafas de sol de pasta cuadrada. Me puse los accesorios que había escogido y me miré al espejo. — Ahora mejor.

Por último, cogí un bolso negro y me puse mis zapatos Dr. Martens por encima de unos calcetines blancos un poco holgados.Ahora ya estaba lista. Antes de salir de la habitación, me eché un poco de rímel y pintalabios rosa mate, y ya me fuí de una ver por todas a la habitación de Norris.

Mientras me preparaba, había estado hablando con él y me había dicho que su habitación era la 545, justo al lado contrario que la mía; la suya estaba hacia la derecha de los ascensores, mientras que la mía estaba a la izquierda.

Una vez pasé la zona de los ascensores, seguí recto, por el pasillo adelante, y giré a la izquierda en un cruce. Anduve como unos diez metros más y en la pared de la derecha, estaba la habitación con una placa que indicaba que era la habitación 545.

Llamé a la puerta y esperé a que Lando me abriera la puerta. A los cinco minutos, un Norris con solo una toalla en el cuerpo me abre la puerta:

—¿Te he cogido en mal momento?— pregunto antes de entrar a la habitación.

—Estaba en la ducha, pero ya he salido, así que puedes entrar— me dijo él, haciéndose a un lado para que yo pudiera pasar a la habitación.

Una vez estuve en ella, me dí cuenta de que era igual a la mía, solo que esta estaba más ordenada y más limpia que la mía… esta por lo menos tenía la cama hecha.

Norris cerró la puerta de la habitación y quedamos los dos en completo silencio.

A él se le notaba que acababa de salir de la ducha. El pelo lo tenía completamente mojado y las gotas de agua que desprendía este le caían por la frente, por no decir que algunas le bajaban por el torso abajo, el cual lo tenía descubierto total y tenía que hacer mis mejores esfuerzos para no quedarme mirando sus abdominales. La verdad, si hubiera estado en mi adolescencia, con las hormonas a mil, me hubiera lanzado sin previo aviso, pero como ahora era una adulta sensata, me limitaba a verle a los ojos y punto.

—Y bueno, dime, ¿En qué te puedo ayudar?— le pregunté para esfumar de una vez el silencio incómodo que se había formado en la habitación.

—Emm… Ahí tengo el armario, ¿Qué te parece si le vas echando un vistazo mientras yo me voy a secar al baño?— me propuso él, mientras señalaba el baño con una mano y con la otra sujetaba su toalla en la cadera.

—Vale, no te apuro— le respondí con una pequeña sonrisa, para que luego él me devolviera una igual y se metiera al baño.

Yo hago lo que él me dijo y, después de dejar mi bolso en su cama, me centro en su armario. A diferencia de mí, él tiene todo ordenado en el armario y la maleta a un lado del armario, no tirada en el suelo con toda la ropa en una bola encima de ella como la tenía yo.

Me pongo a rebuscar entre la ropa mientras que hago todo tipo combinaciones mentales con las prendas que veía.

Todo era demasiado lo mismo; quiero decir, el mismo modelo de camiseta lo tenía como cinco veces, solo que cada uno en un color diferente. Incluso llegué a ver diez camisas muy parecidas, por no decir prácticamente iguales.

Mi amor para tres ||Formula 1||Where stories live. Discover now