Capítulo 31

89 14 71
                                    

Me tiro a mi cama y suspiro. Había sido un fin de semana muy duro, más de lo que me esperaba, y no había sido precisamente por la carrera.

Hace apenas una hora había acabado la carrera, en la cual quedé octava (un puesto que no estaba mal, pero que se podía mejorar) y ya estaba en el hotel porque, mental y físicamente, estaba hecha polvo.

Necesitaba darme un baño para bajar el estrés, así que voy directa a él y abro el agua hacia el lado caliente, para luego esperar a que se llenara la bañera.

Voy hasta el armario y cojo un pijama cualquiera. Lo llevo conmigo hasta el baño y lo dejo sobre la tapa del váter. Como necesitaba algo de música para relajarme, decido abrir Spotify en mi móvil y poner la primera playlist que encontré.

Cuando la bañera ya estaba lo suficientemente llena, me desprendo de mi ropa y me sumerjo en el agua.

Estaba sonando Britney Spears por el pequeño altavoz de mi móvil, cuando me acuerdo de tres personas que este finde me dieron mucho que hacer.

Después de que Nadia se fuera, todos habían estado muy raros conmigo (y con todos me refiero solo a Lando, porque era el único que me había dirigido la palabra; los otros dos, cuando me los crucé, bajaron la cabeza y fingieron que no me habían visto) y la verdad es que lo prefería, ya que así no tenía que hablar con ellos.

Hoy había estado todo el rato comiéndome el coco, pensando si era mi culpa que hubieran hecho eso o si todo eso hubiera seguido si yo no me hubiera enterado… Una parte de mí no quería saberlo, pero la otra se moría de ganas por saberlo, ya que, ¿Por qué lo hicieron? ¿Por qué me escogieron a mí y no a otra chica? ¿Por qué?

Miles de ideas pasaban por mi cabeza, haciendo que comenzara a tener un dolor de cabeza. Como no quería seguir pensando y, por consecuencia, que el dolor de cabeza no se me pasase, decidí ducharme ya.

Después de media hora duchándome, decido salir de la bañera, secarme y ponerme mi pijama limpio, seco y calentito.

Todavía no tenía muchas ganas de dormirme, así que simplemente me senté en mi cama, con mi móvil todavía emitiendo música, y me puse a leer un libro que me había comprado el otro día.

En mi época adolescente, sobre todo, leía casi cuatro libros por mes. Mis padres no ganaban para comprarme libros y para pagar mis carreras de karting.

Echaba bastante de menos la lectura, así que cuando ví este libro en la librería a la que fuimos el otro día, no pude evitar cogerlo y llevármelo.

Las horas iban pasando y yo cada vez estaba más sumergida en la trama del libro. Incluso, estaba llegando a la mitad de él cuando alguien llamó a la puerta.

Cierro el libro y dejo mis gafas para leer sobre la mesita de noche, para luego levantarme e ir hasta la puerta para abrir a la persona que había llamado.

—¿Qué haces aquí?— le pregunto de mala gana cuando descubro quién es.

—Quiero pasar y pedirte disculpas, si puedo— me contesta él.

—No, Carlos, no puedes pasar y mucho menos para pedirme disculpas— le contesto. No me apetecía hablar con ninguno de los tres responsables de la apuesta y, por lo tanto, no me apetecía escuchar sus excusas de por qué lo hicieron.

—Por favor, Kiara, una oportunidad, no te pido más— me suplica él.— Si te convence lo que te digo, bien; si no, me voy y no vuelvo a hablar contigo.

—Pero es que no se trata de convencerme o no para que te perdone; te tienes que ganar mi perdón y estos días, ya te lo digo yo ahora, no lo vas a conseguir.

Mi amor para tres ||Formula 1||Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora