Capítulo 14

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Eran las diez de la mañana y yo todavía seguía en la cama. De los nervios que sentía por el día de hoy, no había conseguido dormir tan bien como me gustaría y toda la cantidad que necesitaba.

Antes de levantarme de la cama, me mentalizo un poco de que tenía que quitarme la cara de cansancio que tenía y poner una sonrisa en su lugar. Una vez me dí cuenta de que eso iba a ser imposible, me levanté y fui al baño a ducharme.

Cuando salí de la ducha, me hice una pequeña skincare para por lo menos quitarme las ojeras que tenía y luego me fui a mi maleta, a escoger lo que me pondría ese día.

No me apetecía nada arreglarme, así que simplemente me puse un chándal negro y la camiseta de McLaren. Cuando ya estaba vestida, me fui al baño y me sequé un poco el pelo, para luego volver a la habitación para calzarme mis deportivas.

Mientras que estaba atándome los cordones de las zapatillas, escucho como alguien llama a la puerta. Antes de ir a abrir la puerta, acabo de atarme los cordones y cuando ya estuve lista, fui a abrir.

—Buenos días por la mañana— me dijo Nadia con una sonrisa de oreja a oreja. A diferencia de mí, ella ya estaba arreglada con su vestido de tela vaquera, sus sandalias de tacón blancas, con su bolso gigantesco al hombro y por supuesto con su no faltante chapa y pintura de maquillaje en la cara.— ¿Qué tal amanecimos hoy?

—Sinceramente mal— dije con sinceridad, bostezando al final.— No he dormido como debería y para colmo aún sigo rallada por lo de ayer.

—¿Qué pasó ayer?— me preguntó ella preocupada, mientras que me seguía adentro de mi habitación y se sentaba en mi cama.— ¿Qué te hizo el smooth operator?

—Nada, no me hizo nada— le contesté, cogiendo mi mochila negra y comenzando a llenarla con las cosas que iba a necesitar hoy.

—¿Entonces?

—Pues simplemente le escuché decir algo que no me gustó mucho…

—¿Pero qué te dijo?

Al ver que no iba a dejar el tema tan fácilmente, dejé lo que estaba haciendo para mirarla y tras suspirar le contesté:

—Él me llevó a un mirador precioso y mientras que estábamos mirando las vistas, la novia lo llamó. Él le dijo que estaba pasando y ella le preguntó qué con quién estaba y él le respondió que estaba solo— le respondí.

—¿Y qué tiene eso de malo?

—Pues que cuando le oí decir eso, me sentí mal.

—¿Por qué?

—Porque sentí como si me estuviera ocultando o como si se avergonzara o algo, ¿Sabes a lo que me refiero?

—Sí.

—Pues eso. Y a partir de que le oí decir eso, me estoy comiendo la cabeza a montones; te quiero decir, sí a mí se esconde que supuestamente soy una conocida, ¿qué no me habrá hecho ya a esa pobre chica?

—Ya… Pero eso no es culpa tuya. Si te esconde haya él, es su relación y en ella no te puedes meter. Si tan guardada te tiene, es por algo…

—No me digas eso porque me voy a comer la cabeza todavía más y no quiero.

—Pues es tan sencillo como no comértela— me dijo ella con sencillez.— Si tú no quieres darle vueltas al asunto, no se las deas. Es tan sencillo como hacer eso. Tú tienes el poder de decidir lo que ocupa tu mente y lo que no, y si consideras que eso no te gusta tenerlo rondando por tu cabeza, deshazte del.

—Es que es más fácil decirlo que hacerlo.

—Ya lo sé, pero si eres capaz de conducir un coche a trescientos kilómetros por hora, eres capaz de quitarte esos pensamientos de la cabeza.

Mi amor para tres ||Formula 1||Where stories live. Discover now