Capítulo 19

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Me comienzo a despertar y a desperezar de la siesta que había tenido. Busco con mi mano a mí mejor amigo, pero sin embargo solo encuentro un vacío. Miro hacia el lado de la cama que estaba para Nadia y no encuentro a nadie.

Me comienzo a extrañar, pero de pronto escucho como la cadena del váter suena y del baño sale Nadia, con el pelo todo enredado y la ropa toda arrugada.

—Buenos días— me dijo ella.

—Buenos días— le contesté, mientras que bostezaba.— ¿Qué hora es?

—Las... cuatro y media, una hora buena para ir a comer— dijo ella.— ¿Te apetece?

—Ahora mismo lo que me apetece es darme una ducha— le contesté.

—Pues, si quieres, vete a duchar mientras que yo pido algo al servicio de habitación— me propuso ella, cogiendo un peine de su bolso y comenzando a peinarse el pelo.

—Me gusta esa idea— le contesto, levantándome de la cama y yendo directa a donde guardé la maleta.

Abro mi maleta y saco de ahí un top blanco con un escote en pico y un pantalón negro flojo.

Antes de irme al baño, avisé a Nadia y me metí adentro de él, para abrir la ducha nada más llegar.

Me quité toda la ropa que tenía en ese momento y me meto en la ducha, dejando que todo el agua recorriera todo mi cuerpo.

Después de veinte minutos duchándome, por fin salgo del baño vestida con la ropa limpia y con el pelo todo revuelto y húmedo.

—¿Ya estás lista?— me preguntó Nadia cuando me vio. Yo asentí a su pregunta.— Bueno, pues, te tengo una cosa que comentar que me ha sucedido.

—¿Qué te sucedió?— le pregunté, sentándome a lado suya en el sofá que había en la habitación.

—Pues que, me pareció súper caro el menú del restaurante, así que...— de repente sacó dos bolsas de papel de detrás suya.— He pedido al McDonald's.

—Me encanta este cambio de idea de menú tuyo— dije yo, con una sonrisa, mientras que cruzaba mis piernas, tipo indio. Me fijé que había tres bolsas en vez de una, cosa que me extrañó bastante, ya que solo éramos dos.— ¿Por qué hay tres bolsas? ¿Acaso te dio la loquera y pediste todo o...?

—No, de momento no me ha entrado esa loquera— dijo ella, encendiendo la televisión.— Le he dicho a Alan si quería venir y accedió. Estará a punto de venir, que me dijo que se iba a duchar.

De pronto, se escuchó como alguien llamaba a la puerta. Me levanto de mi sitio y voy a abrir la puerta

—Hablando del rey de Roma, aquí lo tenemos— le dije a Nadia, mirando a Alan con una sonrisa, mientras que él tenía una cara de incomprensión total.— Anda, pasa adentro, no te quedes con esa cara de pasmado ahí afuera.

—No sé si hacerlo, tengo mis dudas— dijo él, para luego reírse y pasar.— ¿Dónde está mi comida?

—Aquí, tardón— dijo Nadia, enseñándole una de las bolsas.

Tanto Alan como yo, fuimos hacia el sofá y nos sentamos en él, quedando yo en el medio de ellos dos.

Cada uno cogimos la bolsa que nos correspondía y nos pusimos a ver la primera serie que vimos por Netflix.

Mientras comíamos, hablábamos un poco del viaje que habíamos tenido y de lo que teníamos que hacer durante estos días. Cuando acabamos de comer, recogimos todo y lo tiramos a la basura que había en la habitación.

De repente, se escuchó como alguien llamaba a la puerta.

—Voy yo— se ofreció Alan, levantándose del sofá y yéndose. Nadia y yo nos miramos con total incomprensión, ya que ninguna tenía previsto que alguien viniese. A los pocos segundos de irse, Alan volvió con una caja entre sus manos.— Te han traído esto.

Mi amor para tres ||Formula 1||Where stories live. Discover now