1. Mi mejor amigo

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Thomas:
Seis meses antes:
La alarma sonó repentinamente sacándome de un profundo sueño. Estaba muy cansado, no tenía ganas de levantarme de mi cama así que desconecté mi despertador y seguí durmiendo. La noche anterior me desvelé probando un nuevo juego en línea y no pude dormir bien.

《No iré hoy a la universidad》

Ese era mi magnífica rutina de siempre, me desvelaba toda la noche y al otro día faltaba a clases. Estudiaba arte en una prestigiosa universidad y a pesar de mis incontables ausencias era el segundo mejor de la clase. Que puedo decir, era en genio atrapado en el cuerpo de un irresponsable.

Según Albert Einstein, el que estudia es porque duda de sus conocimientos, y yo era de los que iba a los exámenes acompañado únicamente por mi talento natural y la fe. Llevaba un 99% de fe y un 1% de conocimientos. Sé que no es un método muy confiable, pero hasta el momento me funcionaba, y como dicen por ahí, si no esta roto, no lo arregles.

Me acomodé nuevamente en mi cama con la esperanza de volver a dormirme rápidamente, pero comencé a escuchar la bocina de una moto fuera y supe que esa esperanza se había desvanecido.

Mi objetivo era seguir durmiendo, pero mi obstáculo se encontraba esperándome en la salida de mi casa y si demoraba mucho estaba seguro que subiría a mi cuarto y me llevaría a la escuela en pijama.

Decidí resignarme a mi destino y levantarme de mi amada cama. Caminé hacia el baño y comencé a alistarme lo más rápido que podía, pues el sonido de la bocina no había parado en ningún momento.

–Idiota.

Terminé de arreglarme y tomé mi mochila con la intensión de bajar lo más rápido posible para dejar de escuchar ese maldito ruido. Antes de bajar tomé mis cascos y los coloqué en mi cuello y me ví por primera vez en el espejo.

Estaba horrible.

Llevaba unos pantalones negros, un abrigo con capucha negra, el cuál tenía el logo de los Uchiha en la espalda y unos zapatos del mismo color. Ese era mi estilo, lo más nerd posible. Así era yo. Lo horrible era mi cara.

No me malentiendan, yo era muy guapo, pero esta mañana tenía bajo mis ojos unas horribles ojeras.

–Parezco un panda—me acomodé un poco el cabello y bajé rápidamente las escaleras.

Al llegar a la cocina la única que estaba era mi prima Elizabet, la saludé con un movimiento de cabeza y me dispuse a salir de casa.

–Dile a ese idiota que pare de hacer ruido—giré hacia ella y la ví comiendo sus cereales mientras escribía por el móvil. Era increíble el parecido físico.

Ambos pelinegros, de ojos oscuros y piel pálida. Incluso teníamos la misma edad. Las únicas diferencias eran la altura y carácter. Yo medía 1.80 y ella 1.65. Era como una niña pequeña a mi lado. Por otra parte ella era alegre, divertida, bromista y tenía vida social. Yo por otro lado era todo lo contrario. Era reservado, callado, serio, el sarcasmo y la ironía irradiaban de todo mi cuerpo y prefería ver anime y jugar video juegos antes que salir a una fiesta por lo que mi vida social era inexistente.

–No lo llames así—respondí fríamente, puede que ella sea mi prima pero estaba insultando a la persona más importante de mi vida, eso nunca lo permitiría.

–Solo has que pare—asentí en respuesta y salí de la casa.

Al llegar a la calle pude ver a la persona más extraordinariamente hermosa de todo el puto universo.

Era un chico alto, debía medir aproximadamente 1.86 cm , su cabello era rojo como un rubí y sus ojos tan verdes como esmeraldas. Estaba vestido con unos pantalones negros y una chaqueta de cuero por encima de una camiseta blanca. Era un ser jodidamente perfecto. Además de su belleza tenía ese aire de chico malo y rebelde que lo hacía la tentación carnificada y para rematar tenía el brazo y abdomen con tatuajes, una moto y un piercing sobre la ceja, era el paquete entero.

Solo había un problema, era un completo idiota.

–Ya estoy aquí imbécil. Deja de tocar la bocina—no se había dado cuenta de mi presencia y se asustó un poco al oir mi voz. Luego de seguramente maldecirme entre susurros me sonrió. Él tenía una sonrisa capaz de detener corazones.

–Vamos tarde Sallow—pronunciaba mi apellido de una forma tan tierna y a la vez provocadora que me daba ganas de besarlo cada vez que lo hacía.

–Deja de llamarme por mi apellido, nos conocemos hace diez años.

–Todos te llaman por tu nombre, solo yo puedo llamarte por tu apellido—si no estuviera acostumbrado a sus bromas correría a abrazarlo y besarlo sin parar, pero ya me había acostumbrado a aparentar que esos comentarios no me afectaban—Vamos sube.

Ahora comenzaba la única cosa por la que valía la pena levantarse e ir a clases, que él me llevara en su moto.

–No tienes porque llevarme siempre–tenía que disimular el hecho de que vivía contando los segundos para que llegara ese momento. Estar abrazado del chico del cual llevo enamorado diez años, ese que es tan jodidamente bello y perfecto que incluso duele. Pero él era inalcanzable para mí, yo lo sabía, y aún así me enamoré de él.

Yo mismo conduje mi vida por ese camino de desesperanzas. ¿Cuántas personas hay en el mundo? No sé con exactitud pero seguro que miles de millones, y yo me vengo a enamorar de la única persona que jamás corresponderá mi amor. Existe la gente estúpida y luego estoy yo, yo soy la cúspide de la estupidez.

Andy Williams, el hombre perfecto nunca estaría conmigo por dos razones. La primera era que él solo salía con chicas, pero eso no era tan grave, con un poco de esfuerzo podría lograr que se fijara en mí, lo conocía mejor que a mí mismo por eso lo sabía. Pero lo que realmente impedía que le declarara mi amor era el hecho de tener que llamarlo...

–No te preocupes Sallow. Para eso están los mejores amigos.

🌈

¿Qué les pareció? Quiero dejar clara una cosa: Andy mi hombre🥰🤣.¿ Cuál chico les gustó más?

La forma más hermosa de suicidarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora