32. Confusión pelirroja

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Elizabet:
No recuerdo la última vez que me sentí tan incómoda y nerviosa con la simple presencia de una persona.

Creí que el único que podía alojar esa desagradable sensación de malestar e incomodidad en mi cuerpo con tan solo respirar era mi tío, pero como dice mi primo cuando algo le sale terriblemente mal o estaba equivocado: soy un Sallow.

Esa era su excusa perfecta para cada tragedia que le pasaba en su vida.

Al principio simplemente me reía de él, y en un par de ocasiones me plantié seriamente la idea de buscarle ayuda psicológica, pero ahora, ahora me quedan dos tragedias para darle la razón.

Y es que a mi vida le han pasado tantas cosas que se me están acabando las escusas para mí mala suerte.

Mi vida siempre fue un poco más lamentable que la de los demás. Con un tío borracho, agresivo y que cree que soy su esposa muerta. La vida deseada de todo adolescente.

Además a eso sumale el increíble trauma que me dejó desde los ocho años. El cual hizo que desarrollará un profundo odio hacia el género masculino.

Sé que ningún hombre tiene la culpa de lo que mi tío hizo, y que aunque suene cliché, no todos son iguales, pero no puedo evitarlo, todos los chicos me hacen querer vomitar, llorar y salir corriendo en la dirección contraria.

Claramente tengo dos maravillosas excepciones, mi amado primito y su maravilloso futuro novio.

Esos eran los únicos hombres a los que les confiaría mi vida. ¿La razón? Sencilla. Thomas era mi única familia, más que primos somos como hermanos, al menos así lo siento yo, me ha protegido dese que tengo huso de razón, por lo que le confiaría ciegamente mi vida.

Y en cuanto a Andy, es aún más sencillo. Él está increíblemente enamorado de mi primo, y estoy completamente segura de que daría todo con tal de mantener una hermosa sonrisa en su rostro. Por lo cual es más que confiable a mi parecer.

Pero dejando los viajes al pasado y concentrandonos en el presente, nunca pensé que alguna vez diría esto pero, quiero ir a casa.

No soporto esta fiesta, no soporto esta música, y sobre todo, no soporto a la maldita diosa vestida de hada que no ha parado de rondar por mi mente desde el día en que la conocí.

No podía explicar lo que me ocasionaba verla.

Era como si una terrible corriente recorriera todo mi cuerpo, mis pies se sienten un poco livianos, me siento capaz de flotar cuando ella está cerca. Mis manos sudan sin parar, en mi estómago se alojan una manada de murciélagos, porque me niego a reconocer que esos bichos sean mariposas, y mi maldito corazón quiere salirse de mi pecho e ir corriendo a sus manos.

No sabía que nombre darle a estos sentimientos, tampoco sabía la causa de estos mismos.

Por dios Elizabet, ni siquiera la conoces. Solo la has visto dos veces. Contrólate.

Me repetía eso en modo de mantra, para calmar lo que sea que su presencia provocaba en mí, pero como habrán notado, a mi corazón el mantra le vale verga.

Por lo cual huí de esos dos para ir a cualquier parte de esta maldita discoteca que esté lejos de la barra.

En medio de mi retirada, choco contra alguien muy alto y muy fuerte, por un momento pensé que era Andy, pero cuan equivocada estaba.

–Lo siento—levanté mi mirada para ver ese cabello rojizo acompañado por unas pequeñas esmeraldas brillantes y una hermosa sonrisa. Pero lo que encontré fue la cara de un hombre que parecía controlarse para no tener que arrancarme la cabeza.

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⏰ Última actualización: Feb 26 ⏰

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