13. Descubierto

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Thomas:
–Te dije que no. Y no insistas que no tengo ganas de ir de fiesta.

Estaba acostado al lado de mi prima mientras la intentaba convencer de que fuera a la fiesta conmigo, pero no había manera de lograrlo.

Ya le había suplicado, rogado e incluso chantajeado y sobornado, pero no cambiaba de opinión. Era dura de conquistar, pero yo no dejaría pasar esta oportunidad. Me moría de ganas por ir a esa fiesta con Andy y nadie me lo impidiría. Solo me quedaba un último movimiento y rezaba porque funcionara.

–Vale, si no quieres ir no te presiono más. Yo solo te lo sugerí por si querías salir un ratito e invitar a esa chica tan guapa que siempre te busca a la salida de la universidad—inmediatamente se sienta en la cama y me mira llena de odio. Sabía perfectamente que le interesaba esa chica y que nunca dejaría pasar una oportunidad para salir con ella y de paso llegar tarde a casa.

–Te odio muchísimo ¿lo sabes?

–Claro que lo se. Y entonces...

–¿Entonces qué?

–¿Vas a ir?

Se lo piensa durante unos segundos más, pero ya eso es suficiente respuesta para mí. Si lo piensa y duda tanto es porque va a decir que..

–Sí. Voy contigo a esa maldita fiesta.

Inmediatamente doy un salto en la cama y la abrazo con fuerza, estaba realmente feliz. Ya tenía compañía, solo me faltaba convencer a Susan y buscar un disfraz para los tres.

–¿De qué nos disfrazamos?

–Los vampiros, hombres lobo y eso está muy visto. Tiene que ser algo original–en ese momento pensé en el cosplay del personaje de anime de..—Y que no de vergüenza ajena y sea fácil de reconocer.

Mierda. No me dejaría hacer cosplay. Pero en el fondo tenía razón, no podía ir con algo demasiado diferente. Debía esforzarme por encajar, debía cambiar mi personalidad por una noche.

–¿Enfermeros? ¿Maids? ¿Conejitos? ¿Chuky? ¿Policias?

–Mira ya Camille tiene ese porque está trabajando en comisaría. Pero todos esos son demasiado...como decirlo...de puta.

–No exageres. Puta es una palabra muy fuerte.

–¿En serio? Busca en cualquier sitio uno de esos disfraces y si no se te ve el alma con ninguno me avisas.

Tenía razón nuevamente. Esos disfraces sí eran muy fuertes para nosotros. Quería ser un poquito menos antisocial, no convertirme en un gigoló.

–¿Y que propones tú, genio?

Vuelve a tomarse su tiempo para pensar la respuesta. Se levanta de la cama y comienza a caminar de un lado a otro de su habitación. Hacía eso cada vez que estaba nerviosa o quería tomar una decisión importante. Según ella eso la relajaba, pero a mí verla caminar de un sitio a otro me ponía de los nervios. Decido acostarme nuevamente en la cama y cerrar los ojos para concentrarme mejor. Les juro que mi intención era buena, quería pensar en unos buenos disfraces, pero terminé pensando en Andy.

Era inevitable pensar en él, en su cabello, sus ojos, sus labios y diooosss por no decir de sus brazos y su abdomen...

–¡Ya lo tengo!—nunca me había sentido enojado y agradecido a la misma vez con la misma persona, pero esta fue la primera vez. Le agradecía a mi prima haber frenado mi descontrolada imaginación, pero la odiaba por la misma razón. Cosas de la vida.

–Ilumíname con tu sabiduría por favor.

–Que chistoso. ¿Quieres qué me quede y no vaya a la fiesta?

La forma más hermosa de suicidarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora