30. Disfraces y problemas

36 9 0
                                    

Thomas:
Al fin era el maldito día de la maldita y a la vez bendita fiesta.

Era claramente maldita porque tenía que ir y hacer un mínimo intento de socialización en medio de una disco llena de gente borracha y sudada, no era uno de mis sueños hecho realidad pero bueno, pequeños sacrificios que estoy dispuesto a aceptar.

Pero la verdadera bendición era que podía ver a Andy luego de tres días sin saber absolutamente nada de él.

No lo veia desde el incidente en la cafetería, ni siquiera me cogía el móvil o respondía los mensajes. Era un poco inmaduro a decir verdad.

Apenas lo vea le va a caer una buena bronca por ser tal infantil.

Bueno, primero lo voy a besar, luego le echaré todas las broncas que sean necesarias.

Ya yo estaba completamente listo, solo faltaba mi prima.

Llevaba una maldita hora maquillándose, a lo cual no le hallaba lógica puesto que su disfraz va con máscara, pero con el mal carácter que se cargaba esa mujer era mejor no opinar.

Aunque algo me decía que se estaba tardando tanto porque quería estar perfecta para cierta pelirroja. Pero como dije antes, mejor no opinar.

–Thomaaaaasssss.

–¿Qué quieres Elizabet?—camino hacia su cuarto, lo cual era literalmente dar dos pasos, porque ambos cuartos son consecutivos.

La puerta está abierta por lo que entró directamente y me siento en su cama a esperar señales de vida de mi prima.

Sale a los pocos segundos ya vestida, maquillada, (aunque con el antifaz apenas se le nota) y peinada. A mi vista solo le faltaban los zapatos.

–¿Que te parece? ¿Me veo bien? ¿Crees que le guste?

–Me parece genial. Sí. Definitivamente a Alice le va a encantar, ella misma lo eligió para ti.

Elizabet desvía su mirada al suelo de la habitación y se pasa minutos contemplándolo como si se hubiera encontrada la cucaracha más bonita del mundo, poco a poco sus mejillas van tomando un color rojizo, no se le notaba mucho por el antifaz y la inclinación de su cabeza, pero ahí estaba.

–Me refería a Camille, no a Alice.

Si como no.

Y yo te creo.

No se porque me mientes si en tu cara está más que claro que la única chica para la que te estás vistiendo esta noche tiene diecisiete años, el cabello rojo, los ojos verdes y se llama Alice Williams.

Claramente no le iba a decir eso. No pretendo iniciar una guerra nuclear o algo así.

Por lo que simplemente opté por un...

–Lo siento. Me confundí.

Luego de eso ninguno de los dos dijo algo más sobre ese asunto.

Desviamos el tema de conversación hacia la fiesta. Lo emocionada que estaba Eli, lo nervioso que estaba yo. Y sin darnos cuenta ya estábamos viendo como el auto de Alice (solo Dios sabe de dónde lo saco) se estacionaba frente a la casa para recogernos.

–Hola cuñadito—inmediatamente la pelirroja sale del auto y me atrapa en un abrazo. Es increíble la confianza que me tiene esta chica. Pero raramente se sentía bien.

–Hola pelirroja.

–Hola Alice—oh si Eli, no se nota para nada el claro tono de: "me gustas, por favor hazme caso".

–Hola—oh Alice, tu tono de: "tu presencia solo provoca sufrimiento indescriptible a mi existencia" pasó por completo desapercibido.

Actúan de maravilla las dos.

La forma más hermosa de suicidarseWhere stories live. Discover now