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- No por favor, vamos mamá piénsalo mejor -suplique una vez más.

- Ya está decidido hija, ya no hay vuelta atrás. Además, ya estás aquí.


Me rendí con mi madre y fui a mi padre, sería totalmente inútil pero no me iba a dar por vencida.


- Papá por favor, vuelve a meter la maleta en el coche y vayamos a casa.

- ___ lo hubieras pensado bien antes de cometer ese gran error.

- Pero papá, no lo hice -proteste, me molestaba mucho que no me creyesen, me tomaban por una mentira después de lo que "hice".

- Lo pensaste, es lo mismo. Y si no te hubiéramos visto a tiempo... oh dios, ni lo quiero pensar.


Mi padre se llevó la mano a su cara, bufó.


- Papi, estoy cansada -saltó mi hermana pequeña.

- Ya falta poco cariño -le dio ánimos mi padre.


Mi hermana refunfuñando, no había conseguido que la llevara en brazos, levantaba las piernas y pisaba muy fuerte. Con 5 años es muy molesta la pequeña. Me miro con sus ojos azulados, igual a los míos, teníamos los mismos ojos y el mismo castaño en el pelo. Frunció el ceño y volvió la mirada al frente y siguió andando como antes.


- Tengo 16 años ¡Soy mayor! -dije volviendo a nuestra conversación, cruce los brazos y paré.

- Pues ahora pareces una niña, deja de enfadarte y sigue andando -me dijo mi padre que arrastraba mi maleta.

- ¡No soy una niña! -grite y empecé a andar rápido dejando a mis padres y a mi hermana atrás.


Esta bien, quizás en este momento si parecía una niña ... Pero ¿a qué adolescente le gusta que la metan en una escuela solo para chicas? A ninguna. Que calor hacía y la escuela tenía que estar arriba de una cuesta. En mi muñeca tenía una liga negra, la cogí y me hice con ella una cola alta, me subí mis gafas tipo nerd, las necesitaba por la vista; como mi nariz es pequeñita se me suelen resbalar mucho las gafas. Resople, seguí andando la cuesta y al final llegue, menos mal que no me han metido en una escuela de monjas.

En la entrada había césped y la fachada era de colores vivos, vi a chicas de mi edad y más grande y más chicas, con sus respectivas maletas yendo hacia la entrada. Se notaban que todas eran de familias adineradas, todas iban o con su iphone o su BB en la mano enviando mensajes y otras que solo las llevaban para fardar. Mientras que otras personas les llevaban las maletas, en este momento me avergoncé de mi móvil del año de la patata...


- Cuando quieres ir rápido, no hay quien te coja...-dijo mi madre y cogió aire.

- Yo no puedo más -dijo mi hermana y se sentó en el suelo.

- Cariño ya falta muy poco -le dijo mi madre.

- No me muevo -cruzo sus brazos pequeño y saco los labios como un pez, así se ponía cuando se enfadaba.

- Ven canija, yo te llevo -fui hacía ella.


Se le cambio la cara, sonrío de oreja a oreja y me extendió sus pequeños brazos. Tenía 2 coletitas, una a cada lado de su cabeza. La cogí, no pesa nada, es como una pluma. Me la puse en el costado y ella puso su cabeza en mi hombro.

Mi Alma Opuesta | Bea Miller y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora