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Salimos corriendo del autobús, fuimos a recoger las maletas, Bea me ayudo con la mía. Aquí hacia menos frío, creo que es por la vitalidad de los niños corriendo y jugando con al nieve, además creo que hace menos frío porque ya son las 3 de la tarde. Arrastramos las maletas por la acera congelada, casi me resbalo, sigo a Bea que me adelanta por 2 pasos. Ella se para, me mira y sonríe, espera a que estoy a su lado para seguir andando. Nos paramos justo delante de la puerta de una casa.
Tenía tres pequeños escalones de piedra gris, unas barandillas negras. Miro la casa, era de dos plantas, pequeña comparada con mi casa... Pero bueno, eso no es lo importante. El tejado es negro, la puerta es de un marrón casi negro, las ventanas tienen el marco blanco y están tapadas por unas cortinas. Bea sube los tres escalones, deja su maleta a mi lado, me mira y sonríe, pega al timbre, se agarra las manos, nerviosa.

- ¡Voy!- dice una mujer desde dentro de la casa.

Es una voz muy dulce, como la de Bea. Miro su cara, esta sonriendo de oreja a oreja. Entonces la puerta se abre lentamente. No puedo ver quien es, ya que Bea se abalanza sobre, supongo, su madre.

- ¡Bea!- dice la mujer.

Empiezo a oír un pequeño llanto, he oído llorar a Bea y no es suyo, es de su madre, de... Hilery. La escena me enamoro. A los minutos Bea se separo de su madre, se echo un poco al lado y por fin pude ver a la mujer. No era muy alta, tenía el pelo castaño agarrado en una coleta, llevaba un delantal atado a su cintura, pero llevaba unos jeans y un suéter veige. No estaba maquillada, pero tampoco es que lo necesitara, era realmente hermosa, tenía los ojos rojos por las lagrimas, pero me sonrió y su sonrisa era como la de Bea, preciosa, alegre.

- Ella es ___- me presento Bea- ___, mi madre, Hilery.

Subí los tres escalones de piedras y le di dos besos a Hilery.

- Encantada de conocerte hermosa- me dijo su madre- Anda, pasar, os vais a congelar ahí afuera.

Bea bajo a por su maleta, iba a bajar a por la mía, pero me detuvo e hizo un gesto con la cabeza indicando que entrara en la casa, me daba cosa ir sola, pero entre. Una sensación de calor inundo mi cuerpo, el suelo era de madera oscura, las paredes eran de un blanco roto, cubiertas de marcos de fotos, no me fije mucho en las fotos. Justo a la derecha estaba la escalera y a la izquierda tres puertas y al fina, una, que pude notar que era la cocina.

Me daba cosa subir las escaleras, luego Bea me enseñaría la casa, supongo. Entonces ella cruzó la puerta en cada mano llevaba una mochila, las dejo en la puerta y me sonrió, yo le devolví la sonrisa.

- ¿Qué tal?- me dijo.
- Bien- dice afirmando con la cabeza.
- ¿Quién ha llegado a casa?- oí la voz de un hombre, mayor, detrás de mi.

Bea miro por encima de mi hombro y una sonrisa cubrió su cara.

- Abuelo- dijo, su voz sonó muy alegre.

Me di la vuelta y me encontré con un hombre mayor, algo gordito y medio calvo, me daba mucha ternura su rostro y daban ganas de abrazarlo. Sonreí y el hombre me sonrió. Bea fue hacia él y lo abrazo.

- ¿Cómo están?- le pregunto- ¿Y la abuela?
- Bien, estamos bien. Pues ayudando a tu madre con la comida...- el hombre me miro- Y ella es...
- ___ mi... novia- dijo sonriendo.
- -Mi mejilla se sonrojaron. Fui hacia el hombre y le tendí mi mano- Encantada de conocerle -me sorprendia la gran liberacion que tenia Bea con su sexualidad, me imagino que ya toda su familia sabia sobre esta y no tenia por qué preocuparme.

- ___, él es mi abuelo, Bruce.

Volví a sonreír.

- Muy guapa, sabes elegir bien ¡eh!- Bruce le dio un codazo a Bea, definitivamente lo sabian.

Mi Alma Opuesta | Bea Miller y túWhere stories live. Discover now