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 Me despertó la brisa de la mañana, desperté un poco a Bea. La acompañé hasta el dormitorio y se volvió a dormir, yo aproveche y me di una ducha. Ella seguía dormida, hoy tendríamos que volver, así que bajé y me puse a hacer el desayuno.

Unas tostadas y un poco de café, mientras que juntaba mantequilla y mermelada en el pan, miré detenidamente mi anillo... ¿No íbamos muy rápido? No, claro que no, además ella lo dijo, no nos casaríamos ya, si no en unos años, además, somos muy jóvenes para casarnos... Aun que en el amor no hay edad.

Termine de preparar el desayuno, lo lleve al salón y lo puse delante del sofá, en una mesa. Me puse a mirar y a esperar a Bea, puse la TV... Pero mi vista se iba al desayuno, no me pude resistir y empecé a comerme una tostada.

Cuando me quise dar cuenta ya no había pan, así que me levante y cogí su café, ya que yo me bebí el mio, empecé a hacer de nuevo tostadas para ella mientras se calentaba su café. Entonces escuche crujir la madera de la escalera, me giré y Bea estaba en la cocina, frotándose su ojo derecho con su mano derecha. Tenía el cabello despeinado y seguía sin llevar camiseta, solo el condenado brassier.

- ¿Te molesto la televisión? Lo siento- me disculpe.

- Hmm... No, ya no tengo sueño- me digo y bostezo. 

- -La miré y me reí, sonó el microondas- Tu café esta ahí.

Bea fue, sacó su café y yo termine las tostadas, las coloqué en la mesa que tenía la cocina.

- ¿Cómo dormiste?- dijo sentándose.

- Bien, gracias a ti- dije sonriendo.

- Fue un placer- Bea me mira y bebe de su vaso.


UNAS HORAS DESPUES.


Ya son las 12, Bea termino de desayunar, recogimos las cosas y ella se dio una ducha caliente, pero antes de ducharse me dijo que me fuera poniendo el bikini. ¿Bikini? Pero si yo no me puse ninguno... entonces recordé que ella había cogido ropa mía. Abrí el armario y saque un bikini que me sonaba, era azul turquesa, sin tirantes, precioso. Me lo coloqué, aun que no sé donde íbamos a ir en bañador en pleno otoño... Luego encima me coloqué un short, mis converses y una camiseta de mangas largas, rayas rojas y negras. Me recogí el pelo en una coleta alta.

Bea salió, ya llevaba un bikini de color negro, como no, la señorita que vivia obsesa con su querido color negro, la vi colocarse una sudadera.

- ¿Vamos?- me pregunto.

- Claro.

Me cogió de la mano, bajamos a la planta de abajo y fuimos a la parte trasera, cruzamos la parte trasera y nos metimos en el bosque.

- No es que dude de ti... ¿Pero sabes a donde vamos? 

- - ella se rio- Si, tranquila.

Apreté la mano que nos unía y me acerque más a ella. Las ramas se rompían con nuestras pisadas, entonces supe a donde íbamos, cada vez que nos acercábamos más, más se oía la cascada. A los 5 minutos más o menos, llegamos a una preciosa cascada. Estábamos en la orilla, justo delante nuestra estaba la cascada, toda rodeada de musgo y plantas. Bea me miró y sonrió.

- ¿Una carrera?

- ¿A dónde?- pregunte.

- Arriba- dijo señalando un camino que era para subir a la parte más alta.

- ¿Lista para perder?- dije empezando a quitarme los zapatos.

- ¡Tramposa!

Bea con los nervios se lió con la sudadera, yo me quite los zapatos y el short, me quite la camiseta a la vez que Bea se quitaba los zapatos, las dos empezamos a correr. Ella me cogió de la cintura y tiro de mi, pegue un pequeño grito y Bea me adelanto. Yo cogí su mano y me impulse, adelantándola. Al final, las dos llegamos a la vez. Me precipite un poco al borde, pero rápidamente me eche para atrás.

Mi Alma Opuesta | Bea Miller y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora