2.- Cuatro Jotas

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—¿No quieres ser una chica? —fue lo primero que le dijo Jade, sorprendido porque desde el primer día resultó obvio que June era diferente a las otras muchachas que conocía.

Soy una chica —fue la respuesta—. ¿Qué te importa lo que hago o dejo de hacer? Aparta, que tengo que subir por ahí. 

Y ante la mirada estupefacta de Jade, saltó sobre una tubería y escaló hasta la terraza del colegio, en el tercer piso, donde se sentó a comer el sándwich que se había traído para el almuerzo, mientras todos los demás alumnos la señalaban con el dedo y temían por ella o la admiraban en secreto desde el patio.

Ese fue el tercer día de la llegada de June al colegio y la primera vez que visitó el despacho de la directora.

Jade Evans, en nombre suyo y en el de sus dos mejores amigos, Justin Pirandello y Jim Tagg, la invitó a unirse a una sesión de juego online en su casa al día siguiente, que era sábado. Jade le escribió su dirección en una nota y le prometió prestarle un ordenador, si no tenía ninguno.

June no dijo ni sí ni no. Pero a la hora convenida, simplemente, trepó al árbol más próximo a la ventana del cuarto de Jade, un viejo roble de gruesas y frondosas ramas, cuando los tres amigos estaban inmersos en Sombras Nocturnas, y se sumó. 

Jade, que utilizaba su ordenador de sobremesa, le prestó su viejo portátil, tal como le prometiese.

Y así fue como nació, en mitad de uno de los lóbregos, húmedos y peligrosos bosques de Arkomeridiam, la poderosa arquera albina Sawanah, Sombra Nocturna de primer nivel, capaz de abatir troles a pares con sus enormes flechas de hielo con las que congelaba a los enemigos, y de batirse a patadas contra los pavorosos nygrocanes, los enormes guerreros-insectos al servicio del pérfido nigromante Vacco, a los que Sawanah aprendió rápido a descabezar con su combo favorito (Alt+clic derecho). 

Y de ese modo y con esas artes, Sawanah se encontró a una sola hazaña de alcanzar el grado de General, y de pasar al undécimo nivel de juego, todo eso en tan solo cuatro horas, es decir, que sus horas de juego, a diferencia de sus tres nuevos amigos, eran contables.

Dados sus progresos, Justin y Jim se preguntaron a quién elegiría Sawanah como guerreros subordinados, dado que, según las normas del juego, y aunque el objetivo de todos los jugadores era batir a Vacco, los generales podían medirse entre ellos para sumar guerreros ajenos a sus filas. Y es que la lealtad de Justin y Jim  al general Khondor era relativa, porque Jade siempre los mandaba enfrentarse a los troles más grandes, los metía en cada gruta en busca de hongos de poder, les ordenaba abandonar los senderos una y otra vez en busca de armas y tesoros ocultos, y claro, siempre encontraban un trol con el que se pasaban una eternidad luchando, les hacía trepar a los árboles para destruir los nidos en forma de huevo donde vivían los Ojos (homúnculos grises parecidos a duendes que eran espías de Vacco y que tenían el cuerpo lleno de ojos diminutos). No contento con eso, Khondor los obligaba subir a los árboles hasta cuando no había nidos, por si los hubiese, les instaba a sumergirse en cada río y en cada lago que veían desde las copas (no había hongos debajo del agua, ni armas, ni tesoros, en cambio sí había criaturas monstruosas con las que, claro, también tenían que luchar), sus jugadas se alargaban tanto que no los dejaba a ellos jugar las suyas propias como Gran Kan y Gran Zar, y de este modo todos los puntos eran para Jade.  El mapa era inmenso e incluía también desiertos, páramos, islas y a saber qué más. ¿Cómo iban a salvar Arkhomeridian de Vacco si no salían del dichoso bosque? Y lo que era peor: ¿Cómo iban a llegar a ser generales también?

En cambio, Sawanah...

A Sawanah le costó apenas media hora superar el nivel que la liberaba del yugo de Khondor. Como Rebelde Solitaria, Sawanah pasó de obedecer órdenes a avanzar por su cuenta. La Arquera de Hielo pasó entonces de troles, de ríos, de lagos, de ojos espías y de armas. Le bastaban sus patadas y sus flechas. A veces estaba a punto de perder la vida, pero ella lo tenía claro: Lo que importaba no eran la puntuación y el nivel de poder, sino avanzar. Pronto llegaría al grado de General y entonces...

Su forma de luchar fascinaba a Justin y a Jim, porque adoraban el juego, pero no cederle el mérito a Jade. Anhelaban descubrir qué había más allá. Sumar puntos para ellos mismos. Unir sus fuerzas a otros jugadores. Ser libres. Como Sawanah.

Por su parte, Jade también admiraba en secreto a la arquera albina de las flechas heladas. El muchacho pensaba que June y su alter ego digital, por su pelo níveo, corto y desaliñado, sus rasgados ojos claros y sus ropas oscuras, se parecían de un modo sorprendente, y era capaz de visualizar a June, sentada con el portátil sobre su cama, como la Arquera de Hielo en la vida real, lo que le despertaba sentimientos encontrados... Y es que no podía evitar admirarla, pero al mismo tiempo le fastidiaba reconocer que ella era mejor jugadora que él.

June no logró ser general ese día, pero, por su valor, puntería y efectividad en el juego, los tres Jotas le tuvieron bastante respeto desde entonces.

Y eso que aún no conocían sus habilidades en lo referente a la práctica de su otro juego favorito, el famoso tablero espiritista, cuyas consecuencias muy pronto habrían necesariamente que afectarlos a ellos, a sus vecinos aderlienses y a una desprevenida Charlie Angel, quien acababa de arribar a Aderly pensando que su mayor problema, discusiones de pareja aparte, era encontrar un hueco para su segunda novela en el pasado enigmático de la pequeña Bethany, y que ninguna culpa tenía de que a algunos niños, a veces, porque sí, les dé por divertirse con cosas como esas.

Y eso que aún no conocían sus habilidades en lo referente a la práctica de su otro juego favorito, el famoso tablero espiritista, cuyas consecuencias muy pronto habrían necesariamente que afectarlos a ellos, a sus vecinos aderlienses y a una despr...

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¿Qué fue de Bethany Bell?Where stories live. Discover now