25.- Otro misterio

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Tras una revisión médica, en la que se confirmó que, aparte de haber sufrido algunos rasguños, Charlie se encontraba bien, el grupo de amigos regresó al mismo hotel de Saint Paul donde Cory y Boston alquilasen sus habitaciones, mientras Lincoln permaneciese ingresado. En esta ocasión, pagaron por otras dos: una sencilla para Charlie y una doble para las hermanas Scarlatti, aunque todos sabían que Eva pasaría más tiempo en la de Boston.

Allí, por fin, el grupo pudo asearse en condiciones, alimentarse y descansar, mientras se hacían poco a poco a la idea de que la pesadilla iba quedando atrás.

Charlie durmió muchas más horas que el resto. Y con el estómago lleno y la mente y el espíritu descansados después de tanto tiempo, se sintió por fin con fuerzas para satisfacer la profunda curiosidad de sus amigos, y explicarles por fin lo que recordaba y las razones por las cuales seguía sin desear poner en conocimiento de las autoridades lo que le había ocurrido.

Esa noche después de cenar, se reunieron en la habitación elegida para Charlie.

Allí, a la luz de las lámparas de las mesitas de noche, intercambiaron lo que sabían.

Charlie se preocupó mucho cuando oyó lo del incendio en la casa de huéspedes de la señorita Fitt, y Cory hubo de asegurarle que, por fortuna, nadie había resultado herido, y que ya la estaban reconstruyendo.

—Sé que la señorita Fitt puso una denuncia —informó Cory a Charlie—, pero antes hablé con mi madre para decirle que estábamos bien, y me ha dicho que la poli no ha encontrado a nadie todavía que pueda haber hecho algo así... Vamos, que la poli no tiene por dónde empezar.

—Quizá los que secuestraron a Charlie... —sugirió Eva.

—¿Qué sentido puede tener eso, si ya la habían secuestrado? —dijo Cory.

Todos callaron, pensativos.

Y miraron a Charlie.

Y ella les habló, por fin, sobre lo que le había pasado. Y pareció sincera, pero no lo fue, no del todo. No estaba preparada para serlo. Boston y Cory habían recorrido cientos de kilómetros por su causa, removido cielo y tierra para encontrarla, y por la tierra y el cielo que la habían encontrado, sí. Y ahora la cuidaban para asegurarse de que ella estaba todo lo bien que decía estar, y lo hacían cuando se morían por estar con Lincoln en el hospital, de acuerdo. Pero no estaban preparados para entender qué tenía que ver una bola púrpura en todo aquello.

Como se calló tantas cosas, sus amigos insistieron en ir a la policía cuanto antes.

—No. No voy a denunciar a nadie, ni al Bell Pharma. Sólo quiero olvidarme de este asunto.

¡Jamás permitiré que ese vídeo salga a la luz! Y lo sacarían, seguro que lo sacarían...

—Pero, Charlie, ¿crees que ellos se olvidarán de ti? —le dijo Cory—. Quiero decir, te secuestraron. ¿Cómo sabes que no volverán a por ti?

—No puedes saberlo, Charlie —dijo Boston.

¿Cómo explicar nada de lo que allí aparece sin hablar de...? ¡Imposible!

—Dices que ni siquiera sabes por qué lo han hecho —continuó Cory—. Has tenido la gran suerte de poderte escapar, pero puede que esa sea la única suerte que tengas. Yo creo que deberías pedir la ayuda de la policía para meterlos entre rejas, ¡eso que te han hecho es un delito!

No volveré a esa situación, ¡nunca más!

—Estaban equivocados conmigo —les dijo Charlie—. Eso es todo. Creían que yo era otra persona. Por eso estuvieron todo ese tiempo detrás de mí. Pero a mí... a mí me parece que les quedó claro que no era quien pensaban. Creo que por eso, que por eso me soltaron.

¿Qué fue de Bethany Bell?Where stories live. Discover now