6.- El extraño caso de la familia Sullivan

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—¿Has dado información personal, por ejemplo en Facebook? Has subido tu currículum a alguna página, estás inscrita en alguna página de contactos?

Lincoln Osheroff atendía a Charlie por responsabilidad profesional, y, también, porque así se lo había pedido Cory a su regreso de Kansas.

El sheriff de Aderly era un hombre en la treintena que, por alguna razón, genes o suma de experiencias, aparentaba tener cuarenta. Tenía un aspecto maduro y serio, una voz profunda y una mirada tranquila.

Era un hombre grande, alto, de tripa incipiente, moreno y de ojos rasgados de color café, que, tal como había dicho Cory, no se parecía en nada a su rubio hermano menor. Comparado con Boston, a Lincoln le faltaba belleza y encanto, pero también era atractivo a su manera. A Charlie le pareció honesto, inteligente y que sabía tratar a la gente. Confió en él de inmediato.

Cuando Charlie fue a verle, él ya sabía casi todos los detalles. Le resultó fácil denunciar lo que le estaba pasando. Lo difícil era descubrir la verdadera identidad de DeathAngel.

—No. Siempre he sido reacia a dejar mis datos personales en Internet. Soy desconfiada por naturaleza.

Lincoln reflexionó un momento.

—Por lo que me has contado, parece que sabe cosas de Aderly —dijo—, así que es posible que haya nacido o pasado por aquí. También lo es que sea un acosador... Quizá vio una foto tuya en la que aparecías junto a un edificio concreto, una calle, un parque, un lugar que pudo rastrear, y con ayuda de alguna aplicación informática e internet encontró donde vives, y empezó a preguntar a gente que te conoce, vecinos tuyos, gente cercana que sabe quién eres y a qué te dedicas...

—Estuve en muchos sitios cuando la gira, firmé a mucha gente y me sacaron un montón de fotos...

—Esos tíos son camaleones y saben esperar.

—Tú sólo investiga a ver quién es este y páralo por mí. Llámalo como quieras, pero lo cierto es que está cometiendo un delito. Acosar es un delito, ¿no?

—Sí que lo es. Pero Charlie, has admitido que le enviaste un mensaje privado. Él podría utilizar eso en su defensa, decir que te mencionó en su blog después de que tú te pusieses en contacto con él, y no al revés.

—Sí, pero, ¿cómo sabe lo que sabe?

—En eso sí podemos trabajar y descubrir quién es, si es lo que quieres.

—Quiero que me deje en paz. Quiero seguir con mi vida, y olvidarme de este asunto de la supuesta Bethany. Esa niña nunca existió. Clarisa y Alexander Bell nunca tuvieron hijos. Que se pensase que habían tenido uno fue sólo por habladurías, nadie vio al bebé en realidad y la hermana de Clarisa corrobora que nunca nació... ¿Tú sabes algo de eso?

—Nada.

—En fin, yo quiero escribir mi historia en paz, una historia que no tendrá nada que ver con esa dichosa Bethany Bell. Vuestra alcaldesa puede estar tranquila, puedes decírselo si te topas con ella. Escribiré sobre otra cosa. Lo último que me faltaba es un acosador. No sé lo que pretende, pero se está pasando de la raya.

Lincoln la escuchaba con el aire de quien está acostumbrado a entrevistarse con gente y a manejar emociones. Asentía con la cabeza, comprensivo, y no se dejaba contagiar por el nerviosismo de Charlie. Con calma, le dijo:

—De acuerdo, Charlie. Veré lo que puedo hacer.

—Gracias.

—Otra cosa. Cory me ha hablado de un incidente que ocurrió en un motel de Nebraska.

¿Qué fue de Bethany Bell?Where stories live. Discover now