27.- Y encontró algo, pero no se dio cuenta.

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Villa Morales, la residencia de Nanny Prue, se alzaba casi al final de la calle 13, en su extremo Este, entre el muro de los Lagerlöf y el de la que era conocida como la casa blanca de Aderly, la mansión alquilada de los Johansson. La de los Morales era la única casa de cuatro pisos, las otras cinco se «contentaban» con tres.

La asistenta, una menuda mujer mejicana de largo pelo negro, rostro agradable, marcados hoyuelos y voz dulce, se mostró muy amable con ella. Charlie la siguió hasta la biblioteca y aceptó sentarse allí a esperar.

Al poco tiempo, Nanny Prue se presentó, extrovertida y alegre, tal como Charlie la recordara de la fiesta de los Bell a la que asistiese con George. De cerca, sin el maquillaje que llevara ese día, el rostro y el cuello de la mujer no ocultaban los casi setenta años que tenía. De inmediato agradeció el presente que Charlie le traía, un Ribera del Duero con denominación de origen que George le había regalado a su vez de la bodega de sus tíos.

Nanny Prue también la recordaba de la fiesta de los Bell, y dijo que agradecía tener la oportunidad de tratarse y conocerse mejor.

—Tengo entendido que estás escribiendo un libro sobre Aderly —comentó Nanny Prue, vivamente interesada en la botella de vino.

Su facilidad a la hora de abrirla maravilló a Charlie.

—Bueno, ahora mismo no escribo nada. Le doy vueltas a mil ideas sin decidirme por ninguna.

—Vaya, entonces, habrá que preguntarte más tarde, ¿verdad? Y bien, ¿a qué debo tu visita, niña?

Nanny Prue se había acercado a una vitrina y ya tenía dos copas llenas de vino preparadas.

—Gracias, pero no se moleste en servirme —dijo Charlie.

Y ante la inquisitiva mirada de Nanny Prue, le explicó que:

—No bebo.

—Bueno, pues otra cosa que prefieras, niña.

E insistió hasta que Charlie eligió un infusión de menta, y la asistenta se dispuso a preparársela.

—Y tráigase también el platillo de dulces, Marga.

Mientras tanto, Nanny Prue se servía una copa, Charlie decidió no esperar más:

—Me han dicho que tenemos un amigo común, señora Morales: Timothy Selig.

Nanny Prue pareció quedarse de una pieza.

Charlie no esperaba aquella reacción. Dudó.

—Eh... Me dijeron que Timothy estaba casado con su hermana Rose —insistió, no obstante.

Nanny Prue se sentó en una butaca frente al sofá que ocupaba Charlie y dijo, con mirada pensativa:

—Perdona si he parecido... Pero me preguntaba de qué podías conocer a Tim, aunque claro, como los dos sois escritores, ¿no? Del periódico, imagino. Entonces, eres periodista también.

—No, yo soy escritora de ficción.

—Ah.

—Es que conocí a Tim hace poco, cuando he dicho amigo quizá estaba exagerando un poco. Verá, señora Morales...

—Prue, mejor llámame Prue. Tutéame, preciosa, que nadie me trata de usted.

Nanny Prue se bebió la copa de un trago.

—Realmente eres muy bonita —dijo luego, con una amplia sonrisa.

—Prue, sí. Eh... Conocí a Tim hace unos días en un hospital de Saint Paul...

¿Qué fue de Bethany Bell?Where stories live. Discover now