Capítulo 12

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12- Tiro a la abuela de Rachel

Estoy extremadamente agradecida de haberla conocido. Aunque en aquella época quisiera tirarme por un puente cada vez que cenaba con mi "nueva familia", ahora mismo no podría estar más feliz.

Y siempre he pensado que las cosas pasan por algo, y por eso tuve que pelearme con ella aquella noche, o por eso tuve que ir a esa fiesta, o simplemente haber nacido. Porque desde antes de existir, ya estábamos predestinadas.

Seguro que se reiría si leyera esto. Pero es la verdad.

Volviendo al punto: aquel día fue un punto de inflexión importante. Bueno, cada cosa contó, pero yo creo que ese fue fundamental para que los eventos que vinieron después tuvieran un por qué.

Aquella mañana me desperté fresca como una rosa y me duché rápidamente. Me vestí con prisa y me llegó un mensaje de Amy.

Amy:
Trae tu bajo. En el instituto solo tienen micro y guitarra :/

Bufé secándome el pelo con una toalla. Seguía húmedo y tardaría muchísimo en secarse, así que me lo recogí en una trenza mal hecha: de esta forma tardaría mucho más en secarse y quedaría más seco, pero ir con el pelo suelto y húmedo con el frío que hacía me parecía una peor idea.

Bajé las escaleras con el bajo en mis brazos y la mochila colgándome de un hombro. Richard y mamá ya estaban en la mesa, desayunando, mientras reían y hablaban de alguna chorrada.

Quise pasar de largo, pero mamá me llamó la atención.

—Tienes que desayunar, Celia —gritó, dejando de mirar a su novio y señaló un sitio delante de ellos. Inspiré profundamente y me acerqué, con el paso pesado.

Dejé que mi mochila cayese al suelo y apoyé mi bajo contra la pared para poder sentarme. Para desayunar habían tortitas con miel. Seguramente las había hecho mamá.

Yo era muy orgullosa, pero no me costaba nada admitir que mamá estaba feliz con el desgraciado de su novio.

Rachel fue la última en unirse. Se estaba atando una cinta como diadema en el pelo. Ya se había maquillado perfectamente y apenas eran las siete.

—Buenos días, Catalina.

Qué lame botas.

¿Has dormido bien? —preguntó mamá, mientras Rachel se sentaba a mi lado. Me vino un olor insoportable de fruta cuando se acercó, fruncí la nariz.

—Sí, muchas gracias. Ay, qué buena pinta —sonrió y probó una tortita, la masticó lentamente.

Acabé de comer rápidamente y me levanté para recoger mis cosas. Ni siquiera me despedí cuando me fui del salón, recogí las llaves del mueble del recibidor y abrí la puerta. Salí de casa y noté cómo algunas gotas de lluvia habían comenzado a caer sobre mi piel. Hice una mueca e iba a volver a entrar para buscar un paraguas cuando me choqué con alguien.

Era Rachel. Hizo una mueca al verme. Al ver cómo llovía se rió.

—Parece que tendrás que mojarte.

La miré con una sonrisa antes de entrar en casa de nuevo y coger un paraguas del recibidor. Ella se subió a su coche y yo caminé por la acera.

Tus espinasWhere stories live. Discover now