Capítulo 17

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17- Solo quiero ayudarte

Siempre he odiado las pesadillas. De pequeña, no solía tener muchas. Creo que, de hecho, una de las peores que tenía era perder a algún ser querido. Y, desafortunadamente, se acabó convirtiendo en realidad.

Pero por aquella época estaba mucho mejor. La mala racha fue los dos años después de la muerte de mi padre, lo estaba superando ya.

Estaba.

Había comenzado a tener pesadillas de nuevo. En una noche, ya había tenido dos, de modo que me quedé en vela del miedo. No era el hecho de no poder dormir lo que me mantenía despierta, sino el temor de volver a revivir cómo mi padre murió.

Cuando el despertador sonó, lo miré cansada y noté que me pesaban los ojos y estaban irritados. Bostecé, aún sabiendo que aunque quisiera no podría dormir, y me levanté de la cama con desgana.

Ni siquiera me duché aquel día, simplemente me hice una trenza en mi pelo que estaba muy enmarañado y me cambié de ropa. Al notar el jersey de papá aún envolviendo mi piel, sentí un escalofrío. Me apresuré a quitármelo, comenzaba a dolerme el pecho.

Cuando me deshice de él, me puse algo mío. Una sudadera y unos jeans holgados. No era uno de mis mejores conjuntos, porque tampoco solía arreglarme mucho para ir a clase.

Recogí mi mochila y me la colgué en un hombro. Me dio por mirar a la esquina de mi cuarto y vi el bajo que papá me había regalado, destrozado. Y me pareció una ironía, porque me sentía justamente así.

Al salir del cuarto me encontré con Rachel y su novio, estaban hablando alegremente apoyados en la pared. Ambos se giraron para mirarme. Ella hizo una mueca y fruncí el ceño, no entendía su cambio de gesto.

—Estás horrible —opinó Oscar y bufé, pasando por su lado para irme, pero me detuvo—. ¿Podemos hablar?

Lo miré con una ceja alzada.

—Habla.

Él miró a Rachel y ella hizo un gesto con la cabeza, como animándolo. Yo me deshice de su agarré y me crucé de brazos, incómoda y esperando.

—Siento haber molestado a Max durante estos últimos años.

—Acosado —corregí—. Lo acosaste.

—Eso. Pues lo siento. Rachel me ha contado que le encantaría que estuviéramos en paz para que vuestra convivencia sea lo más amena posible. Y yo la quiero mucho así que...

—Por eso te follaste a Kate —dije, de repente, sin pensármelo. Él hizo una mueca y Rachel ni se inmutó, parecía no importarle mucho.

Bajé las escaleras y me fui de casa lo más rápido que pude, sin avisar. Nadie me siguió. aunque tampoco esperaba eso. El camino se me hizo corto, teniendo en cuenta que iba casi corriendo, con ganas de acabar ya el día.

Me encontré a Max parado junto su moto con las chicas. Estaba segura de que ya se habían contado lo que vieron ayer. Me detuve unos segundos antes de caminar más rápidamente hacia ellos. Todos me miraron extrañados.

—Hola —saludé.

—¿Estás bien? —inquirió Kate y asentí.

Tus espinasWhere stories live. Discover now