Capítulo 25

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25: Con tu física y tu química

El sonido del reloj me estaba matando.

Giré la cara y miré a Rachel, quien estaba sentada al otro lado de la celda. Estaba sosteniendo los barrotes como si estuviera enfadada con ellos.

De repente, yo ya no estaba borracha.

—Perdón —dije, entonces.

Volteó su cara hacia a mí, con el ceño fruncido. Sus pupilas estaban dilatadas y sus ojos rojos, me daba la sensación de que alcohol no era lo único que había consumido.

—¿Por qué?

Me acerqué a ella y me senté a su lado, imitando su gesto de sujetar los barrotes. Se quedó en silencio, no me atreví a mirarla.

—Fue mi idea. Por mi culpa estamos aquí.

—La primera vez sí que fue tu culpa —se rió y me dije a mí misma que solo estaba siendo maja porque estaba borracha, pero me pareció estúpido.

—Es que fuiste una imbécil.

—Tienes razón —hizo una mueca y me digné a mirarla—. Siento eso.

Hice un ademán con la mano, restándole importancia.

—Yo siento no haberte dicho lo de Kate y...

—¿Podéis parar de disculparos? —nos interrumpió un policía que estaba al otro lado del pasillo— Algunos intentamos dormir.

Rachel rió por lo bajo y se acercó a mí, tanto que nuestras narices casi chocaban. Me miró con una sonrisa y me fue imposible no contagiarme con su alegría.

—¿Recuerdas en primaria, cuando nos pusimos juntas en aquel proyecto de parejas?

Hice una mueca, intentando recordarlo. Para cosas de la infancia era terrible. Nunca me acordaba de nada.

Pero este recuerdo sí estaba en mi cabeza, aunque un poco borroso.

—¿Cuando teníamos que cuidar un huevo?

Se rió y asintió.

—No se me cayó el huevo —admitió, tapándose la cara con las manos, como si le diera vergüenza—. Lo rompí.

Fruncí las cejas, fingiendo enfado. En realidad, me daba igual, pero me sorprendía que me confesara esto después de años.

—¿Por qué lo hiciste?

Me sonrió.

—Porque te vi acariciar el huevo de Kate —sonaba como una queja de una niña pequeña.

—¿Estamos hablando de lo mismo?

Captó la broma y se rió conmigo, dándome un pequeño puñetazo en el hombro. Entonces, me di cuenta de lo que me estaba queriendo decir.

Estaba celosa. De Kate y yo.

—Entonces, tu...

Escuché la voz de mamá y giré el rostro. Nunca la había visto así de furiosa. Era nuevo para mí. Ella no venía sola. A su lado estaba Rick, igual de pesado que siempre.

Tus espinasWhere stories live. Discover now