Capítulo 22

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22: No quiero ser tía
maratón (1/3)

Había estado encerrada en casa todo el fin de semana. Desde la visita con la psicóloga, no había podido dormir bien. Bueno, eso nunca lo había hecho, pero ahora era peor. Si dormía, las pesadillas eran peores y, si no lo hacía, tenía ataques de pánico.

El lunes me tocó ir al instituto sin ni siquiera haber tocado la cama en toda la noche, porque me había pasado encerrada en el baño durante todas esas horas.

Estaba tan cansada que ni siquiera vi a mis amigos venir hacia a mí. Me pesaban los párpados y mis huesos me dolían.

-Celia.

Alcé la mirada y vi a Amy y a Max, ambos me miraban preocupados.

-Tienes los ojos rojos.

No supe qué responder, mi mente estaba en blanco. Max alzó una de sus cejas y se acercó hacia a mí para poner su mano en mi espalda baja y así ayudarme a caminar.

-¿Se lo contamos? -susurró Amy intentando que no la escuchara, pero lo hice.

-¿El qué? -Como pude giré mi cabeza para mirarla e hizo una mueca.

Nos detuvimos en medio de la entrada del instituto, donde todos los alumnos estaban esperando a que éste abriera las puertas mientras se fumaban un porro.

-Kate está embarazada.

Me pareció no haberlo escuchado bien.

-¿Disculpa?

Max hizo una mueca y, entonces, de detrás suyo apareció Kate, quien tenía peor cara que yo.

Al mirarme a los ojos, bufó.

-¿Se lo habéis contado? -parecía enfadada.

Max se acercó a ella, pero Kate dio un paso hacia atrás furiosa.

-Se lo contará a Rachel, joder.

Conecté las piezas. El bebé era de Oscar.

Me dolía mucho la cabeza como para seguir escuchando sus gritos, así que intenté irme, pero ella me detuvo agarrándome por el brazo.

-¿Se lo vas a contar? -me miraba con enfado y duda al mismo tiempo.

Me solté de su agarre.

-Si no confías en mí, entonces no somos amigas.

Continué con mi camino y en ese momento se abrieron las puertas del instituto, solo quería llegar a clase e intentar dormir un poco.

Se me olvidó incluso recoger mis libros de la taquilla. Simplemente me dirigí hacia a mi aula e ignoré a todo el mundo.

Al sentarme y apoyar mi cabeza sobre la mesa, escuché una risa.

-¿No has dormido?

Separé un poco la frente de la mesa, lo justo para ver quién me hablaba y vi a Rachel, con una sonrisa.

Tus espinasWhere stories live. Discover now