Capítulo 50

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50: Familia de hijos de puta

(la canción es la que Rach y Celia bailan :0)

No había estado pensando en papá mucho. Creía que me estaba sintiendo mejor con respecto a su muerte, pero solo estaba evitándolo. Quería no pensar en él, creyendo que eso me haría olvidarlo.

Pero fue el día de la boda cuando más presente lo tenía. Estaba en la cara de los invitados, en la música que la orquesta tocaba e incluso en Rick. Su recuerdo me atormentaba allá adonde fuera.

—Creo que voy a vomitar —escuché la voz de mamá decir.

Estaba sentada enfrente del tocador. Su cabellera estaba recogida en un moño alto y llevaba un vestido blanco larguísimo con una cola que, en teoría. alguna de las primas de Rachel tendría que llevar.

—¿No estarás embarazada? —pregunté alzando las cejas. Le di un mordisco a mi manzana y escuché cómo se quejaba en voz baja.

—No pienses en esas cosas y suelta la manzana, que me voy a casar en unos minutos.

Bufé y la maquilladora se rió en voz baja ante nuestra pequeña discusión. Rodé los ojos, dándole un mordisco aún más grande a la manzana.

La maquilladora siguió haciendo su trabajo, dándole pequeños retoques a mamá. Sin maquillaje, mi madre ya era guapa, pero con él, me recordaba a una muñeca de colección. Los años no le habían pasado factura.

Entonces la puerta se abrió y Rachel entró, junto con dos chicas detrás suyo. Eran sus primas. Me enderecé inmediatamente, no quería dar una mala impresión, no sé por qué.

Rachel me miró durante unos segundos. Probablemente sorprendida. Mi vestido era más ajustado de lo que alguna vez llevaría. Y era azul. Era el del día de la tienda, el que ella había elegido.

Yo también la miré. Su vestido era dorado, el mismo color que en la fiesta en la que nos besamos por primera vez. Aunque esta vez era más largo.

—¿Estás lista, Catalina? —le preguntó Rachel a mi madre y sus primas la rodearon para ayudarla a levantarse. El vestido era demasiado largo, me llegó a dar miedo que se cayera por eso, pero si eso pasaba la verdad es que me iba a reír.

—Rachel, hazme un favor y llévate a mi hija de aquí. Odio cuando comen con la boca abierta.

Eso hizo que me sonrojara. Escuché cómo Rachel soltaba una risita y me apresuré a negar con la cabeza.

—No como con la boca abierta.

Ella rodó los ojos antes de posar su mano en mi codo, guiándome hasta fuera del cuarto.

Pensé que me echaría y volvería dentro, pero no fue así. En cuanto estuvimos en el pasillo, en el cual no había nadie, me agarró de la mano y comenzó a caminar.

—¿Adónde vamos? —pregunté, tirando de su mano para que parara de caminar. Aún recordaba verla hablando con Oscar y no habíamos hablado desde entonces. Habían pasado días.

Era divertido lo poco que podíamos llegar a vernos aún viviendo bajo el mismo techo.

Frunció el ceño con una sonrisa, como si no se diera cuenta de mi estado de ánimo.

—Pues... Quería ir al baño contigo.

—¿Para darnos el lote sin que nos vean? —espeté, cruzándome de brazos y alejándome de ella. No sé por qué lo dije. Quizá simplemente solté uno de los pensamientos recurrentes que había tenido los últimos días porque, honestamente, no podía contenerlos más.

Tus espinasWhere stories live. Discover now