Capítulo 20

2.6K 175 48
                                    

20: El partido

Era viernes. El partido se fútbol americano se celebraría hoy y todos estaban muy emocionados. Yo no tanto. No había ido a los ensayos, más tarde tendríamos que ir al bar de la otra vez a tocar y no sabía ni qué tocaríamos.

Además, al llegar al instituto me encontré con una sorpresa un poco desagradable.

Kate estaba con Oscar en el pasillo, charlando animadamente. No había ni rastro de Rachel, pero todos los que estaban ahí miraban con sorpresa a mi amiga y al estúpido de Oscar.

Me sorprendió notar que mi enfado no se dirigía a Kate por ser tan ilusa y pensar que él la querría, sino hacia Oscar, por hacerle eso a Rachel. Y ni siquiera éramos amigas, pero me enfurecía.

Así que, en cuanto lo vi, comencé a caminar para buscarla, pero no podía encontrarla por ninguna parte y el timbre sonó en ese instante.

Entré a mi aula y me senté al lado de Max, él parecía más animado y no me miró mal cuando me puse a su lado.

—Siento lo de ayer —le dije y me sonrió.

—Kate tenía razón.

—Sí, pero tampoco eran formas.

Max me regaló una sonrisa y me ofreció un chicle, el profesor entró justo en ese momento y me apresuré a metérmelo en la boca antes de que lo viera.

—Hoy estudiaremos el comportamiento de algunos animales —dijo el señor Muñoz—. Como, por ejemplo, las jirafas.

Entonces me vi a mí misma en el zoológico con papá, siendo feliz, y me sentí culpable. Desde que había salido de casa no había pensado en él en ningún momento.

Max debió ver que algo en mi cara cambiaba, por eso me tocó el hombro en ese momento, pero no pudo decir nada porque en ese momento entró el señor Vega, con una sonrisa amable que ya no me parecía tan amable después de saber la verdad.

Mi amigo apartó la mano de mi hombro en cuanto me levanté después de que el profesor me llamara. Tenía una vaga idea sobre por qué me había llamado, pero aún así no pude evitar temblar.

Cuando salimos de la clase, él cerró la puerta y comenzó a caminar hacia su aula. No entendí muy bien por qué lo hizo, pero empecé a seguirlo casi inmediatamente.

Al llegar a su clase, cerró la puerta, sin llave. Nos miramos a los ojos y me puse bastante nerviosa. Él había sido acusado por abuso. Un abuso que supuestamente había sucedido en el instituto en el que antes trabajaba, así que era normal tenerle miedo.

—Sé que sabes algo —dijo, caminando hacia su escritorio y rozando nuestros hombros en el proceso.

Sentí escalofríos y me aparté. Odiaba tener miedo. Odiaba ser débil.

—Sé muchas cosas —le respondí, haciéndome la tonta, y soltó una risa falsa. Entonces, me miró serio.

—Yo no jugaría con fuego.

—¿Me estás amenazando? —inquirí, sabiendo que era más que obvia la respuesta. Él caminó hacia a mí y se puso a tan solo centímetros. Mi respiración se volvió mucho más rápida y tragué saliva, nerviosamente.

Tus espinasWhere stories live. Discover now