Capítulo 13

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13: Es un capullo, y no me refiero al de una mariposa

El lunes todo volvió a la normalidad. No hablé con Rachel sobre lo de su abuela, pero sabía que ella se acordaba y seguramente pensaba en eso antes de irse a dormir.

Hubiera pensado que nos comenzábamos a llevar bien de no ser porque se saltó el desayuno y me ignoró durante toda la mañana, porque tuvo que llevarme al instituto ya que Richard la obligó.

Y porque el coche que ella conduciría no era suyo, ya que estaba roto, sino de Richard, que había tenido que alquilarlo porque no tenía otro.

—¿Richard te ha dicho algo porque llegaste tarde el viernes?

No me respondió. Bufé y me abroché el cinturón para sacar el teléfono del bolsillo de mi chaqueta.

Max me había escrito, me pedía ayuda con algo relacionado con Stacy. Iu.

Ignoré el mensaje y miré el perfil de Rachel. No sabía cómo lo hacía, pero cada día conseguía maquillarse y dejar su pelo perfecto en tan solo minutos.

—Tienes pasta de dientes en la barbilla —me dijo, de repente, haciendo que parara de mirarla y apartara la vista, quitándomela rápidamente.

Llegamos al instituto unos minutos después, yo fui la primera en salir, no quise despedirme porque sabía que me ignoraría.

Al bajar vi enseguida a Amy, acababa de bajar de una nueva bicicleta y se estaba quitando el casco.

Casi corrí hacia su dirección, la abracé por la espalda y dio un respingo seguido de un grito ahogado. Me reí y la solté, ella encadenó la bicicleta para que no se la robaran, aunque por aquel entonces nadie estaba tan desesperado como para robar una bici.

La primera clase que tuvimos fue matemáticas, donde nos devolvieron el examen que habíamos hecho. Aquella hora me senté junto a Max, él casi se puso a gritar cuando vio el seis que le había puesto el profesor. Yo hice una mueca el ver la mía, me había puesto un siete.

Claro que estaba orgullosa de aprobar, pero no quería esa, necesitaba más nota para que la media me subiera. No se lo había contado a mucha gente, pero quería ser física y necesitaba buena nota en matemáticas para eso.

Pero solo era un examen, ¿no?

Estaba demasiado distraída pensando en mi propia desgracia como para darme cuenta de que Amy estaba llorando. Fue Max quien me advirtió.

Ella se sentaba al fondo de la clase, porque no le servía de mucho matemáticas para su carrera, pero Max y yo siempre nos poníamos en primera fila porque sabíamos perfectamente que necesitábamos la nota.

El profesor se acercó a Amy y ella solo asentía con la cabeza cada vez que él le hablaba. Terminó por levantarse para salir de clase y yo también me levanté.

—Celia, vuelve a tu sitio —pidió el profesor, pero no le escuché y fui detrás de mi amiga. Max hubiera hecho lo mismo, pero él no se atrevía a hacer estas cosas.

Seguí a Amy hasta el baño, ella iba mucho más rápido que yo. Vi cómo se encerraba en uno de los cubículos y, sin saber que yo estaba ahí, se ponía llorar.

Tus espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora