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Después de haber estado sentado por más de una hora mientras escuchaban a un anciano leer un libro desgastado de quien sabe cuantos años, por fin los dirigieron a sus "habitaciones" que para gracia de Nikolai, eran habitaciones compartidas para dos personas, por supuesto, hizo un gran berrinche para que la novicia que los estaba guiando, dejara que Nikolai se quedara en la misma habitación que Mikhail.

Ya en la habitación, y sin nada divertido que hacer, Gogol reflexionó sobre algo a lo que no le había prestado atención: ¿Qué hace Mikhail en un reformatorio? Se supone que el era alguien bien portado, o eso pensaba él.

Algo dudoso se giró hacia Mikhail, quién estaba concentrado retocando el color en sus uñas con un color negro, y solo recién se dio cuenta de ello.

Mikhail solía usar insultos muy seguido, lo amenazaba de muerte cada que se molestaba con él, y casi siempre lo veía con las uñas pintadas cuando no estaban dentro de una Iglesia; ya que, Mikhail suele usar guantes blancos cada que está en una misa, ocultando el esmalte en sus uñas, y no es que esto le reste masculinidad, pero las autoridades de esa Iglesia no pensarían lo mismo que él, claro está.

-Todo este tiempo estuviste fingiendo, ¿no es así?- comentó con un tono serio mientras señalaba las acciones de el menor.

Mikhail no pareció asustado o sorprendido, solo curioso por el repentino comentario de su mayor. -¿Qué? ¿No era obvio?-

-Resultó que no eras un blanco corderito-

-Yo nunca dije serlo. Pensé que habías caído en cuenta que solo estoy en esta estúpida Iglesia por obligación. En realidad, ni siquiera creo en un Dios todopoderoso, y no es que yo sea muy heterosexual-

-¡Eres tan parecido a mí! Este lugar no será tan aburrido después de todo. Mira esto, ya que ninguno de los dos cree en esta mierda, ¿por qué no les jodemos un rato la vida, que te parece?-

-¿Hablas de acosarlos? Suena a una buena idea para matar el tiempo. Por cierto, ¿eras tú el que golpeaba todos los días a los novicios, a los monjes e incluso al cura de la anterior Iglesia, o me equivoco?-

Gogol asintió tres veces, manteniendo una sonrisa respondió. -¡Ajá! Disculpa, pero ese lugar era muy aburrido, de alguna forma debía entretenerme-

Mikhail sonrió juguetonamente. -¿Por qué te disculpas? Incluso yo lo hacía de vez en cuando porque me resultaba divertido ver al día siguiente a esa persona tratar de esconderse de mí. -

Nikolai aplaudió emocionado. -¡Muy bien, muy bien! Ahora, ¿qué cosas podríamos hacer aquí, mi querido compañero?-

-Esto estaría más complicado. Por lo que tengo entendido, en este reformatorio, si haces algo malo o inadecuado, te castigarán de maneras dolorosas. Si nos descubren, estaríamos en graves problemas. Yo no quiero aguantar golpes por un descuido-

Gogol suspiró agotado, se apresuró a despeinar levemente su cabello. -Ah, esto será más difícil, pero pensemos en ello después. Escuché que dentro de unas horas nos llevarán al confesionario-

Mikhail resopló molesto. Dejó el esmalte a un lado y empezó a soplar suavemente. -Niko-Niko, ¿no harás un espectáculo en el confesionario, verdad?- Se sentía más liberado ahora que Nikolai se dió cuenta de que no era como él pensó que era.

Nikolai negó por unos segundos. -No, no tengo ganas hoy. -

Mikhail se levantó de su cama y caminó hasta la cama de su mayor, se recostó con confianza y empezaron una charla. Parecían dos mejores amigos completamente sanos.

- Dime, Nikolai, ¿has cometido algún crimen?-

Nikolai se recostó más cerca de Mikhail. Respondió como si nada. -Bueno, hasta ahora he cometido tres homicidios, un intento de feminicidio, invasión a la privacidad, robo a mano armada y diversas estafas, ¿y tú?-

-Lo mismo que tú, pero yo si cometí el feminicidio, pero me voy a excusar con que fue para defenderme. Esa perra estaba loca -

Siguieron sumergidos en su platica, hasta que escucharon una campana. Mikhail fue el primero en levantarse y colocarse sus característicos guantes blancos. - Nikolai, es el primer día, pero sé que te cortaran el cabello a la fuerza-

Nikolai tomó inconscientemente su cabello, y respondió un poco molesto. -Si tocan mi cabello, incendiaré este lugar- Mikhail lo miró ofendido. - Pero por supuesto, primero te saco y luego incinero este lugar- Mikhail sonrió.

Terminaron su conversación y se encaminaron hasta el confesionario, se sentaron y empezaron a esperar su turno.

Nikolai estaba aburrido. Empezó a escuchar la conversación de dos chicos que estaban sentados delante de él.

El chico de cabello naranja (Y de unos bonitos ojos celestes) tenía una voz muy imponente a pesar de su tamaño. -Dazai, el día en que dejes de pensar del suicidio y dejar de ser un bastardo molesto, ese día aceptaré con gusto tu solicitud-

El tipo llamado Dazai fingió llorar por unos minutos. -Ay, Chibi, me estás pidiendo cosas imposibles, pero, por ti estaría dispuesto a hacer el intento- El otro chico se sonrojó.

Gogol codeó repetidamente a Mikhail. -Mira a ese par de gays que están allá, ¿a qué no parecen gente interesante?- Susurró para que solo ellos dos escuchen. Mikhail asintió.

El "par de gays" continuó su pelea.

Después de media hora, el turno de Nikolai llegó, y para su mala suerte, era el mismo tipo que los recibió en la puerta. - Oh, eres el chico anémico de la entrada. - Comentó sin pena.

(Bro, por lo que he visto en las películas, en los confesionarios no se ve la otra persona, o bueno que se yo, ni bautizado estoy, así que no se extrañen si no narro los movimientos o actitudes de Fyodor)

El "chico anemico" respondió tranquilo. -Eres muy irrespetuoso, ¿verdad?-

Gogol asintió, pero luego respondió -Sí- al recordar que el contrario no lo veía.

-Bien, eso es un problema que podemos resolver, pero antes de eso, necesito que cooperes y me cuentes todo el mal que hayas echo. -

-Si te los digo, en lugar de estar en un reformatorio, estaría en una prisión, ¿no lo crees?-

-Esta bien si por ahora no los quieres decir, no te puedo obligar, pero puedes contarme otra cosa. No te puedo dejar ir sólo con unos dos minutos de conversa. -

Gogol lo pensó muy bien antes de responder. - No me sentiría tranquilo y cómodo hablando con una persona que está detrás de una cortina. -

-¿Entonces quieres que salga? - Nikolai emitió un sonido afirmativo. -Esta bien, de todos modos no me vas a confesar nada. Podemos conversar por unos minutos-

Gogol esperó a que su mayor saliera de la caja, y cuando por fin salió, se dio cuenta de algunas cosas:

- Se veía más delgado si lo mirabas de cerca, y tenía una buena apariencia.

Gogol fue el primero en hablar. -¿Cómo te llamas, señor? - Por alguna razón estaba siendo menos irrespetuoso de lo que solía ser.

-Fyodor Dostoyevsky, un gusto. -

-¡Eres Ruso!- Comentó emocionado.

Fyodor asintió dudoso por la emoción del contrario. -¿Cómo te llamas tú?-

-Nikolai Gogol, vengo de Rusia. - Fyodor sonrió amablemente y comprendió la emoción de Nikolai.

- Bien, ahora que ya nos presentamos, podrías hablarme de lo que gustes. -

- Sí tú lo dices. -


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