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Después de haber desayunado, y con el grito de guerra, el "escuadrón suicida" nombrado así por Dazai, abandonó el lugar y se dirigió a la parte trasera, en donde se dieron cuenta del porqué los harían pintar.

Si ellos fueran nuevamente niños, y vieran esas paredes, pensarían "en aquella pared deben haber sientos de almas lloronas" por el horrible y deprimente estado de la antigua pintura. Sin duda alguna, alguien apasionado a la pintura, lloraría sangre al verla.

Gogol tomó una de las tantas brochas, y la colocó en su hombro, pensando en que momento debería pintarlo. Aunque, también tenía pensado esperar a que alguien lo empiece a molestar para que realice la tarea.

Una voz detrás de él, sonó para todos en general. - Muchas gracias a todos por brindarnos su ayuda para arreglar las paredes del orfanato -

Gogol reconoció esa voz al instante. Giró sobre sus talones, y no se había equivocado de persona. - ¡Dos-kun! ¿Qué haces aquí? -

Fyodor caminó hasta él. Incluso un ciego podría notar lo mucho que el Ruso odia el sol, y lo demostraba por como escondía su rostro del sol mientras mantenía una pequeña mueca. - Tengo que supervisar para que no hagan una travesura. -

Ahora que Fyodor mencionó la palabra "travesuras" el foco imaginario en la mente de Gogol se encendió automáticamente. Miró a Mikhail, quién también al no encontrarse tan lejos, también había escuchado la palabra favorita de ambos. Los dos sonrieron. - ¡Oh, eso tiene mucho sentido! -

Fyodor pasó por alto esto. Sonrió por la "emoción" de Gogol. Dijo: - Bien, no te interrumpo más. Deberías empezar el trabajo. -

Gogol asintió. En su corazón pensó: ¿No es esa una manera formal de decir "deja de holgazanear y trabaja"? Abatido por la respuesta de su mayor, empezó a trabajar en la pared.

Unos minutos después, cuando Dostoyevsky se había alejado lo suficiente como para que Gogol pueda alejarse de ese lugar al menos unos cinco metros, usó este descuido para escurrirse entre los demás jovenes hasta llegar a Mikhail.

El ruso menor fue el primero en hablar. - No soy muy inteligente, pero sé que has venido a proponerme algo qué para al final del día me hará reflexionar sobre nuestra amistad -

Nikolai llevó su pulgar hasta su boca, mordiendo la punta de este al tiempo en que miraba el piso sin dirigirle la mirada a su amigo. Trataba de procesar todo lo que le dijo Mikhail. Después de realizar esta acción por al menos nueve o trece segundos, habló irritado. - Mikhail, no entendí nada de lo que dijiste -

Mikhail se quedó en silencio, luego habló. - Oh, disculpa. - La razón por la cuál pidió perdón, era algo tonta. Pero, era fácil de explicar:

Mikhail era muy bueno con el japonés, e incluso solían preguntarle si el japonés era su lengua materna. A veces Mikhail olvidaba que esto no aplicaba en Gogol, e inconscientemente hablaba demasiado rápido, y Nikolai no podía entenderlo.

- Esta bien. ¿Podemos hablar en Ruso? El japonés es muy complejo para mi - Gogol sintió paz en su interior al hablar nuevamente en Ruso.

Mikhail asintió sin darle mucha importancia a ello. Tomó una de sus brochas y empezó a pintar una de las paredes. Aún mantenía la conversación. - Y bien, ¿qué quieres hacer esta vez? -

Gogol respondió. - Recordé la historia que Teruko nos contó hace unos días, y pensé que sería divertido experimentar alguno de los castigos que pueden darte en este lugar -

- Entonces, ¿tú plan es meterte en un problema para ser castigado? - Nikolai asintió. - Te ayudaré. ¿Qué planeas hacer? -

Gogol recordó que al menos debía fingir estar trabajando, entonces tomó un pincel sin tomar en cuenta el tamaño tan pequeño de este, y empezó a pintar despreocupadamente con el. - No se me ocurre nada ahora mismo, ¿qué hay de ti? -

Dark ReligionWhere stories live. Discover now