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Gogol escuchó entre sus sueños, una ruidosa voz que lo regañaba sin parar. Algo irritado abrió los ojos, tratando de acostumbrarse a la luz que entraba por la puerta abierta. Ya acostumbrado pudo visualizar bien a la personas delante de él. Era la antigua novicia que lo había molestado por el cabello y a su lado una monja que jamás había visto. Mikhail también iba despertando, pero se veía más pálido de lo que ya era, y se notaba muy cansado.

La monja continuó con el regaño. - Es una gran ofensa contra Dios haberlos encontrado a ambos dormir en la misma cama. ¡Por todos los santos! -

Gogol estaba ya molesto por el regaño. En primer lugar: Se encontraba muy a gusto abrazando a Mikhail y en un sueño tan profundo y relajante, y en segundo lugar: parecía que en cualquier momento Mikhail sufriría un desmayo.

Ya llegando casi a su límite, respondió molesto. - ¿Puede callarse? Me estás empezando a colmar la paciencia -

La expresión de la monja era todo un escándalo. Era como si en lugar de palabras, Gogol había usado dagas con veneno. - Joven maleducado. Hermana, llevelos al cuarto de castigos  -

La novicia caminó hasta Gogol, y se quedó parada, esperando a que ambas personas se levanten y la sigan.

Mikhail parecía desconectado del mundo y su expresión empeoraba cada vez más. Gogol notó esto.

La joven mujer, habló irritada. - Jóvenes, acompañenme -

Después de haber visto el estado de su amigo, Gogol naturalmente estaría preocupado. - Primero lleven a Mikhail a la enfermería. Luego de asegurarme de que se encuentre bien, pueden darme el castigo que más se les de la reverenda maldita gana -

Nuevamente las cuchillas llenas de veneno atravesaron las entrañas de la vieja monja. Escupió el veneno cual vibora - Ese niño sólo está fingiendo para liberarse del castigo - Su afilada mirada se posicionó en Mikhail -  Niño, deja ya tu escándalo y apresurate a caminar hasta el cuarto del castigo -

Las palabras se ahogaron en su propia garganta. Sentía el cuerpo pesado, y aún estando en la cama, tenía las inmensas ganas de vomitar, sentía que podría caerse en cualquier momento, sin mencionar que la cabeza le explotaba. Todo lo que quiso decir, jamás lo pudo decir. Para intentar calmarse un poco, recostó su cabeza y todo su peso en el hombro de Gogol.

Gogol lo miró aturdido. Mikhail empeoraba, y se preguntó cuán fuerte era para no haberse desmayado aún. Él gruñó ante la novicia, se levantó y ayudó a su amigo a levantarse también.

Ahora que se encontraban parados, la vieja monja pensó que habían cedido, pero Gogol fue más rápido. - No iré a ningún lado a menos que deseen dejarme ir a la enfermería primero -

La mirada de Gogol era de completa burla y odio combinados en una sola. La monja no se dejó intimidar fácilmente. - Dile a este niño que se comporte como un hombre y deje de hacer escándalo como una niña llorona. -

Gogol apretó su puño. Estaba conteniendo con todas sus fuerzas su necesidad de golpearla hasta dejarla media muerta.

Ignorando sus palabras, caminó hasta la puerta, y cuando estaba a punto de salir, la monja tomó del brazo a Mikhail y lo jaló hacia atrás. Mikhail gruñó del dolor.

En ese momento, la monja pensó que esa fue la peor cosa que pudo haber cometido en toda su vida. Lo supo cuando la mirada de Gogol cambió de burla a una de odio y sed de venganza. Ella podía jurar por su vida, que la mirada de Gogol se volvió casi roja por la ira.

Gogol aún habló con un tono de voz tranquilo. - Si vamos a usar la fuerza bruta, espero que no grite tanto -

[...]

Dark ReligionWhere stories live. Discover now