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Al haber llegado a la enfermería, y luego de esconderse en algunos arbustos, todos guardaban silencio mientras miraban a travez de la ventana y trataban de escuchar lo más que podían.

Akutagawa aparentemente más relajado que con cualquiera de ellos, hablaba con un albino de corte igual de extravagante que el de Sigma, pero este tenía el cabello corto y unos ojos muy coloridos. - Gracias, Jinko -

El "Jinko" sonrió avergonzado. Movió su mano de arriba hacia abajo, restándole importancia a el agradecimiento de Akutagawa. - No es nada. Es mi único trabajo -

Todos pensaron lo mismo y al mismo tiempo, "¿Es este Akutagawa Ryūnosuke?" El muchacho se veía brutalmente diferente a pesar de tener la misma ropa y el mismo rostro de siempre. Sus mejillas con un rojo que pasaba muy bien desapercibido y hablaba fluidamente sin ser interrumpido por la tos. ¿De verdad era ese Akutagawa que tosía por todo y traía siempre una épica cara de pocker?

La escena era muy íntima, y aunque ellos fueran chismosos, no llegaban a ese extremo, así que, se retiraron uno por uno.

Mikhail, por supuesto, caminó junto a Gogol. Aún seguían pensando en una manera de poner el lugar patas arriba. De repente, Nikolai recordó algo.

El albino vociferó con un tono de voz pícaro. - Mikhail, ¿recuerdas la vez en la que descubriste esos consoladores en la habitación de tu mamá?

Mikhail lo observó intrigado. - ¿Qué hay con eso? -

El albino explicó pacientemente. - Se me ocurrió qué, si logramos conseguir al menos cinco de esos, y los dejamos en las habitaciones de estos viejos aburridos, sería divertido de ver -

- ¿Cómo conseguiremos consoladores en un lugar como este? - murmuró en respuesta.

El mayor lo pensó por unos segundos. Luego, con uno de sus dedos señaló su propia frente. - Déjame eso a mí. Los conseguiré en menos de un día -

Mikhail suspiró rendido. Esta era una broma más subida de tono a diferencia de la broma que incluía pollos. El castigo podría ser más preocupante ahora.

Dejaron el tema para luego, regresar a sus habitaciones, o ese era el plan de Mikhail, pero, Gogol se desvió del camino intencionalmente. También gritó a la distancia. - ¡Iré a buscar los juguetes. No me extrañes! - Gogol agitó su mano en despedida, y decidió que se desviaria también. 

Caminó hasta donde supuso que estaría el rubio que últimamente se había colado en su mente. Sonrió emocionado con la idea.

Su deducción no falló, Kenji si se encontraba en el lugar de siempre. Esta vez admiraba las rosas.

Cuando Kenji notó la presencia de Mikhail, lo saludó con una gran sonrisa característica de él. - Mikhail-san, ¿no deberían estar pintando justo ahora? -

Mikhail negó dos veces. - Estamos esperando el almuerzo. Mientras lo hacen, nos dieron este tiempo libre para descansar -

Kenji abrió la boca como un pez, pero las palabras que quiso decir, jamás las dijo, y en su lugar comentó: - Entiendo. ¿Quieres acompañarme a ver a los pollitos bebés? -

El corazón de Mikhail se estaba derritiendo con cada sonrisa de Kenji. ¿Qué eran el sol y la luna al lado de Kenji? - Por supuesto -

Ambos empezaron a caminar hasta llegar a la parte trasera de la cocina, en donde los bebés comían a gusto.

Pobre Kenji, de seguro no pensó en por qué estos bebés estaban detrás de la cocina.

- ¿No son lindos? -

Dark ReligionWhere stories live. Discover now